ESCLAVOS

 

En uno de sus magníficos artículos, Manuel Vincent relata el supuesto de ficción de que, aquí, en España, si un desconocido abre el listín telefónico por una página al azar, tapándose los ojos con una mano y la otra señalando a un usuario también al azar, y marca ese número diciéndole tan solo: “¿es usted fulanico de tal…?,”, “sí… sí… dígame, quién es?..”, “Mire, no importa quién sea yo, tan solo escuche atentamente: lo sabemos todo, es mejor que huya”… con toda seguridad que saldría corriendo a esconderse donde no le pudieran encontrar en mucho tiempo…

                Tal es el nivel de enmierdamiento de la conciencia ciudadana en este país. Que aquí, el que no la ha hecho en la renta, se ha fumado cientos de Ivas, o se ha mamado docenas de servicios en B, de burlesque, si no alguna trapacería de mayor enjundia. En esencia, eso es lo que él opina con este ejemplo. Y en ese aspecto no le falta razón tampoco. Lo que pasa es que la Hacienda española esquilma tanto al de abajo que esto es como una especie de resarcimiento, de legítima defensa… Tú me robas, yo te robo… O se perdona tanto y se trata tan bien al opulento y poderoso que el defraudar ya ni siquiera es como una legítima defensa, si no como una legítima venganza. Quien roba a un ladrón… O simplemente se percata de algo tan sencillo como que si vá de transparente con el fisco no puede comer, y entonces es tan solo que cuestión de pura y dura supervivencia.

                Y tal cuestión es que no falta verdad en ello. Aún está fresca como la m… aquella declaración en el juicio Noos por parte de la ínclita y muy alta representante del erario público de que aquello de “Hacienda somos todos” no deja de ser más que un cuento publicitario para que el personal pique… Pero yo creo que hay algo más profundo y casi genético en todo esto. Tanto, que por eso mismo España suele votar a los aprovechados y apandadores una y otra vez. Porque, en el fondo, se les envidia y se les admira. Porque entre evasores solo se puede elegir a evasores. Porque de los pillos en potencia nacen los pillos en esencia.

                Quizá por eso mismo se nos resiste la facultad de romper el molde y probar con un sistema cuya transparencia no dé lugar a un solo rincón oscuro. Porque nos abrigamos con las corruptelas y nos refugiamos en la suciedad. No sé, puede ser… Inclusive con los nuevos y rompedores partidos nacidos del hartazgo el 15.M, que incluso quieren domeñar la justicia con jueces afines y el periodismo con periodistas domados. Con un par de muestras basta: Fíjense en el enmascaramiento en sus filas de la segunda mujer más rica de España, por ejemplo, o en uno de sus fichajes estrella (una juez) usando el más viejo, fascista y franquista “usted no sabe con quién está hablando…” ante el cumplimiento de un funcionario público…

                Si los nuevos vienen con los peores defectos de los viejos a cuestas, ¿de qué puñetas se las dan…?. Si el maestro Vincent tiene razón, mientras los españoles votadores y aplaudidores no dejemos de gritar el “vivan las caenas” con que acogimos a Fernandito VII, seguiremos esclavos de nuestros avisados y espabilados amos… Habremos entonces de purgarnos las entrañas para poder parir… y no cagar… un sistema nuevo.