ESTAMPAS

 

Me gusta mirar, a veces, esos cromos humanos pegados al álbum urbano. Son como instantáneas que se quedan en la retina al pasar, colgadas de una ojeada, y luego te vuelven en las aguas turbias y revueltas del pensamiento, para que uno les ponga el pie a la foto. Aunque para nada sirva. O aunque solo valga para alimentar un vicio intelectual, ya más que un ejercicio mental… Eso sí, sirve para retratar el alma de este país. O, al menos, una parte viva del mismo.

 

                Como ese grupo de cinco hombres de mediana edad, de medianía ya cumplida diría yo, con pinta que oscila entre un paro ya casi en excedencia y el ya jubilado por lo sobrado… Todos accionando con gestos convencidos y rotundos que, por sus caras, han de vertirse serias y jocundas sentencias, revestidas de gran fecundia y gravedad. No puedo evitar trasladarme a un ágora de la antigua Grecia y casi escucharlos. Son Los Arregladores. En un picosquina te arreglan el gobierno, la sociedad, el estado de las cosas… y el desastre de la selección nacional de fútbol… Te lo arreglan todo de una tacada… fijo.

                O ese otro de cuatro mujeres colgadas a sus cuatro bolsos, interaccionando entre ellas, entendiéndose de maravilla a pesar de hablar todas a la vez y entre todas al mismo tiempo. La una sujeta su bolsa con un brazo cuya mano reposa en su cintura, mientras con la otra se da palmaditas de autosatisfacción en su recatado pecho en un gesto de autoafirmación, al tiempo que da toquecitos a su interlocutora más cercana, entre aserto y aserto, con envidiable sentido del ritmo. Todas asumen gestos de asentimiento en sus rostros, a la vez que hablan mirándose entre ellas o hacia otro cualquier lado, o bajando los ojos, o tapándose la boca, o con expresión de secreto compartido… de aquí, que no salga… me imagino escuchar. A diferencia de los varones que arreglan el mundo, creo que aquí se arregla a algún alguien o alguiena, o alguienes…

                En otro grupo coral veo a media docena alrededor de una escalera de mano ayudando a bajar un cartel. Uno está subido, otro lo aguanta, otro sujeta la escalera, otro apoya al que sujeta… Instantáneamente se me reproduce la imagen americana de Iwo Jima con la puñetera bandera, y pienso que, a lo mejor, lo de la teoría de los arquetipos de jodido Jung funciona de verdad… Son los que, si yo no estuviera aquí echando una mano

                O esa zanja de obras públicas, donde un par de obreros municipales se afanan sin afanarse demasiado, y, apoyados en las bardizas de seguridad, una docena de ojos los contemplan… cambian impresiones, asienten o disienten en sus gestos suficientes, emiten opiniones cargados de autoridad y conocimiento, si bien omiten consejos que malinterpretarían los no enterados… Son los sentenciadores, los cómo se deben hacer las cosas

                …Enfín, estoy convencido. No sé si nos merecemos este país, o es que este país no nos merece a nosotros, pero es una pena y una desgracia tanta sabiduría derramada, y una suerte que, a pesar de este derroche de sapiencia, España aún funcione en su gran paciencia…