ESTIAJE
- Por miguel-galindo
- El 30/07/2018
Ya estamos en pleno estiaje de este viaje… En unos pueblos hibernamos, y en otros veraneamos, en unos lugares clausuran y en otros inauguran. Hay sitios donde brincan y hay sitios donde trincan. En mi pueblo, por ejemplo, cae una pesada losa que transforma el paisaje, el paisanaje y el mestizaje. Unos muchos autónomos se largan en manada a la costa cercana - mi también otro pueblo, por cierto - , unos pocos magrebíes hacen crecer a sus coches el doble de alto y se lanzan al asalto de Ceuta y al salto hacia su tierra, y aquí quedamos una magrebilandia concentrada y un salpicón de locales viéndolas venir. Es cosa del estiaje…
En la radio del coche solo oigo a enviados de emisoras desplazados a la vecindad costera en busca del plato de lentejas, entrevistando al edilario de lo que toca, en su somnoliento sonsonete de marcos incomparables (hay tantos marcos incomparables como intereses, ya que todos son previsibles y comparables), de fiestas verbeneras y tradiciones salineras… Y hay páginas, y páginas y más páginas de periódicos regionales que han de buscar el forraje en la atorrante canción del verano de todas y cada una de las playas de nuestro litoral tal cual don Pascual… Existe sequía informativa e imaginativa, pero la publicidad hay que pastarla a golpe de mordisco, amigo mío…
Por supuesto, ese edil al que se le hace la boca fresa de tanto proclamar las maravillas de su municipio para con sus vips visitors ante el micro del entrevistador, no dice ni pío de que “su” policía municipal, por ejemplo, admite en los medios de comunicación que “no dan abasto a acudir a llamadas sobre los tops manta, botelleos varios y cabreos a manta también, ruídos, peleas, vecinos hartos de oír música rompetímpanos a deshoras, aparcamientos a lo salvaje, escándalos, y hasta cucarachas…”. Está sacado literalmente de un periódico, que yo no tengo tanta imaginación…
Pero ambas verdades son las que conforman la única realidad. Que no todo el monte es orégano en el país pendular. Que aquí, para que un municipio saque la cabeza a fin de acaparar aire durante un tiempo, otros tienen que aguantar la respiración al mismo tiempo en el municipio vecino. Al igual que en el primero, los residentes han de aguantarse con lo que toca si quieren tener lo que han elegido.
Pero a mí no me hagan mucho caso, que yo soy un emérito maldito, que en lugar de meterme en unos gayumbos, colgarme el pinganillo, encasquetarme gafas-espejo y borsalino fino, y perderme en los paraísos cercanos de solyplaya con mi cubico y mi palica, me quedo por aquí a intentar preparar alguna cosa pá la vuelta, por si valiera pá algo, acho, tío… Y claro, lo que piense un “raro” no vale una “eme”, que lo que se echa uno al cuerpo no se quita, Santa Rita…
He llegado a casa, en un campo que a veces se contagia de playa, apago la radio del coche y abro las páginas del periódico. La soporífera adormidera sigue zumbando por todas partes, ahora en letra impresa. Músicas, bailes, verbenas, espumas, botelloneos travestidos de meneos, comederos, amontonaderos y gente guapa… “Yo, más que de beach, soy un sommer city man” te suelta a toda página en prensa en entrevista exclusivísima el famosillo bilingüeta, que es, naturalmente, actor, comunicador monologuista, y… como diría Paco Martínez Soria, “Plim Boy”. Pensándolo bien, es una bonita manera de vivir la vida. Además, hoy “cigarrear” es más rentable que “hormiguear”. De hecho, si se fija bien fijado, son tiempos en que las hormigas medran menos que las cigarras.
Intento seguir trasegando las esplendorosas, magníficas y apabullantes noticias veraniegas. Postales idílicas, misceláneas cremosas, selfies gloriosos, declaraciones faranduleras y politiqueras con sabor a sal y a sol… Recetas refrescantes de las de antes, libros recomendados que nunca se leerán y de chiringuitaje que seguro se visitarán, y de cuerperío en vuelta y vuelta a la arena morena… Super, super guay, oye, tú… (Ustedes perdonen, sorry, corto esto que voy a potar…).
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