FALSAS CASTIDADES

  

Hasta el S.XII la Iglesia permitió que los curas, obispos, cardenales o, incluso el mismo Papa, fueran casados. La orden de no tener esposa, y no por motivos de castidad, la promulgó Urbano II.

Los sacerdotes ya casados deberían divorciarse, o si no, su mujer sería vendida como esclava. Después, podrían tener cuantas quisieran “para mantener sus necesidades” fuera del matrimonio, previo pago a las arcas pontificias de una sustanciosa bula anual…

Lo demás es una pantomima. Por eso ellos, que lo saben, siempre se han apañado su humana necesidad con la mayor discreción y según Dios a cada cual ha dado a entender…