FEMINIMACHISMO

Resultado de imagen de acoso sexuales

La avalancha de denuncias de señoras famosas, artistas, deportistas, etc., etc… que han sido sometidas (al menos en intento) a abusos deshonestos por parte del malvado varón, la verdad, no me parece mal que lo hagan si son ciertas. Vamos, que me parece fenomenal que se denuncien. Y si digo lo del famoseo es porque, al menos hasta ahora, todo lo que se está destapando desde las luces y el couché viene de esos mundos… que por cierto están en éste, como decía Paul Eluard. Del normal, o no ocurre, o no se denuncia, o que son menos agraciadas que las del celuloide, y claro… cosa que no creo. Más bien pienso en eso, que no se han denunciado…

            Quiero decir que me parece bien que se acabe con esta lacra de una vez por todas. El acoso es una auténtica vergüenza, además de una absoluta cobardía, lo practique quien lo practique, o lo sufra quién lo sufra, sea este ser humano hombre o mujer. Y debe ser perseguido, castigado y aniquilado, y colgársele el sambenito y ser expuesto en el humilladero público para ser sacrificado a salivazos. Lo digo, lo firmo y lo afirmo, antes de seguir parrafeando. Por si acaso las moscas…

            Lo que ya me parece un poco fuera de traste es que todo o toda el/la que se afana en obtener un poquico más de fama de la que ya tiene, se está apuntando al tsunami este subiéndose a su propia ola personal. Un ejemplo: le oí decir en una entrevista a nuestra icono nacional Concha Velasco que ella fue acosada en su juventud. No quiso ser menos. Un cameráman intentó darle un beso, y ella tuvo que propinarle un empujón y largarle un “andevás tíasqueroso?” por tan subido atrevimiento. Si eso es acoso sexual, que a lo mejor lo es, el que un productor, por mal ejemplo, haga chantaje del no te comerás un rosco en tu oficio mientras yo no me lo coma contigo en la cama, entonces ya no es lo que es… no acoso, si no por lo menos masacre y genocidio femenino…

            Catherin Deneuve, a la pobre, se le ocurrió opinar que el acoso sexual debe ser perseguido y castigado con dureza, pero que no lo llevemos al extremo de un piropo, un requiebro de buen gusto, una galantería, que es una delicadeza que toda mujer agradece… y le han caído las del pulpo por parte de los colectivos feministas más feministas, y de aquellas “compas” que se encaraman a lo alto de la oleaje para hacerse un selfie. Demoledor. En esto, no existe el sentido común, ni la mesura, ni la estricta lógica. Y si alguno/alguna lo tiene, se le sacrifica en nombre de la cruzada.

            Yo mismo podría decir – y muchos niños de mi época al igual que yo – que fui acosado a la más tierna edad de la más tierna infancia. Tuve que ser un crío muy guapo, porque las señoras y señoronas me acosaban y agobiaban con sus ¡muuuuac!, ruidosos besazos de ventosa, achuchones, pellizcos y aspavientos tipo de voy a comerrrr vivo… Cuando veía a una mujerona mirarme con ojos golosos de ánsia y deseo, dando grititos y poniendo morritos, sentía terror. Imagino que como todo chupetas que se precie, claro… ¿Es eso acoso?, ¿quizá habrá que matizar el acoso infantil primario?.. Los hechos son los hechos, y lo único que cambia es que yo no soy, ni me llamo, Robert Redford, a un suponer… Así que, ¿damos pulpo como animal de compañía?.

            La cuestión es que todo no es acoso, como todo no son carantoñas. Hay sutiles líneas, matices, auténticas simas incluso, que separan y diferencian. Pero se manda y ordena ocultarlas, taparse los ojos, y no verlas. Negarlas. Y el/la que las vea es un cochino/a. Y además un jodido machista. Eso… como yo mismo.