FESTEPÓPULI
- Por miguel-galindo
- El 14/08/2017
Yo no quisiera juzgar el nivel de las fiestas veraniegas en nuestra región, la verdad… Pero es que es difícil, muy difícil, a veces, resistirse a comentarlas, al menos. No es posible sustraerse, no… Aparte las que copian a otras, como es el caso de las fiestas del vino con las de la tomatina, o los múltiples encierros a modo de copy/pega, que demuestran una falta de imaginación rampante, está la entronización del cutrerío sobre la fiesta. Pero tampoco podemos dar más de lo que somos. Eso es imposible.
No obstante, miren y admiren, y opinen ustedes mismos que me leen, sobre el nivel cultural de algunas de ellas: El lanzamiento de hueso de oliva (Cieza), la de los rebuznos (Balsicas), el lanzamiento de la azá (Cehegín), los marranos del barro (Ceutí), el lanzamiento del ladrillo (Valentín), la subida del burro al campanario (Perín)… y un glorioso y laureado etcétera…
Todas ellas basadas y defendidas desde la sagrada fortaleza de la tradición, y algunas con una tradición de escasos años para ser tradición, pero eso sí, se etiqueta como tal, que es la denominación de origen que marca carácter a la cosa.
Sé a lo que me arriesgo con estos comentarios. Cualquier opinión crítica hacia todo lo que significa una fiesta popular es susceptible de ser clavada en la cruz, ser paseada por las calles del pueblo con el sambenito de enemigo del ídem, y luego ser expuesta en el humilladero público. Lo acepto. O te fundes y te confundes con ellas, o le sacas producto, o mejor te coses los labios… ¿por qué no te callas?.. Así que ya pueden ponerme verde desde medios, redes y tribunas ciudadanas, pues eso es parte también del folklore.
Pero hay al menos un par de cosicas que deberíamos analizar, si es que existe voluntad y capacidad para el análisis, claro. Y es, primero, ver de dónde y cuándo arranca esa supuesta tradición, porque todo lo que no sea la pátina de los siglos aún anda los caminos de la costumbre, que no los de la tradición. Y luego ver cómo empezó la ocurrencia. Es que, a lo mejor es cosa de media docena de señoritos ociosos de la época que se emborrachaban todos los santocristos del garrote y se iba de putas (con perdón y con todos mis respetos), y eso no debiera valer, creo yo.
Y segundo, que aunque alcance el octanaje de la tradición, que es prima carnal de la historia, no quiere decir que merezca ser conservada. Solo las de especial valía y enseñanzas deben conservarse y considerarse, y las que no transmiten valores positivos, ni educan, ni forman, echarlas a la papelera de esa misma historia. Es como si quisiéramos seguir honrando la tradición histórica de Vlad Drácul y seguir empalando a turcos por el culo… Hombre, eso no, (pensarán algunos) pero si fueran toros, o cabras, o cualquier animal con que honrar tal animalada, posalomejor…
Si a una muestra como las muestras, por ejemplo, la sometemos a un test de calidad ética, moral y/o cultural, la verdad, no sé el nivel que daría, pero me temo, porque no presumo – no es para presumir – que a la altura del betún del “limpia”, o sea, por los suelos. Pero si están ustedes exentos de todo prejuicio, damas y caballeros, pasen, pasen y vean, y admiren, y juzguen por sí mismos…