FISCALIDAD Y JUSTICIA

                 

No nos engañemos tontamente. España necesita de una regeneración social, moral, económica y política como el comer, y el problema de la crisis que ahora tenemos con el estancamiento en las instituciones pasa porque existe una crisis moral, una crisis profunda de valores, y a los partidos les asusta acometer tales reformas. Todo lo demás son cuentos que se traen – nos traemos – entre unos y otros porque somos renuentes a abordar una serie de problemas graves y congénitos, estructurales, de este país y de esta sociedad. Como por ejemplo, la economía. España no tendría ningún problema financiero, ninguno, absolutamente ninguno, recalco, si todos, absolutamente todos, también recalco, pagásemos nuestros impuestos con equidad y sin agravios comparativos.

                Somos el país de la CEE donde existe mayor fraude fiscal. Es un hecho. Pero tampoco hay muchas ganas de perseguirlo con honestidad y justicia. Gastamos la mitad que Alemania en medios para combatirlo, y la tercera parte que Francia, o la cuarta parte que Bélgica… por vergonzoso ejemplo. Del 25% de lo que se trabaja y se produce en España, Hacienda no ve un jodido céntimo, por otro vergonzoso ejemplo… Y sí, es cierto, está lo del fontanero que factura sin Iva, el mecánico, el chapuzas, el dentista que blanquea dientes y dinero por igual, está el empleado miserablemente pagado con cuatro chavos y que no cotiza por el tiempo trabajado de más, está el falso parado y el semifalso ocupado, el que hace de taxista sin serlo, las consultas y las clases particulares de los profesionales liberales liberados, las empleadas de hogar en economía sumergida, el cocinillas vendepasteles hechos en casa, el tío de las pipas… y muchos, muchísimos, infinitud más.

                Sin embargo, todos esos juntos apenas llegan al 20% del total evadido. Así son las cuentas publicadas por la propia hacienda. Más del 80% del total esfumado, que se dice pronto, pertenece a las grandes empresas, a las grandes compañías y las enormes fortunas. Más del 60% de ese dinero se esconde fuera del país, anda escapado, fugado, huído a paraísos fiscales, con la vista gorda y engordada de una administración que solo se fija en recortar y ordeñar al pobre. Esos son los números. Es cierto que somos un país de trileros y tramposos fiscales, pero cuando los gobiernos son renuentes a establecer una auténtica justicia social basada en la proporcionalidad, cuando los que mandan compadrean con las oligarquías económicas hasta los extremos de ser abducidos, si no comprados, los ricos no dan el ejemplo que deben y los pobres se escaquean como pueden. Lo uno es consecuencia directa de lo otro.

                Eso es justamente lo que pasa en España. Y lo realmente difícil es encontrar una formación política lo suficientemente honesta y eficaz, capaz de llevar a cabo semejante reforma. El país está corrompido hasta las cachas, y aquel que lo logre descorromperlo buen descorrompedor será… Y en intentarlo está el conseguirlo. Vamos, digo yo.