GRAN MONO TRUMP
- Por miguel-galindo
- El 01/09/2017
Pues sí… Incomprensiblemente, un gorila está gobernando el país más poderoso de la tierra y está provocando el asombro, el temor, la hilaridad, y otras reacciones más, en todos los dirigentes del resto del mundo. Un auténtico babuino fue elegido por la ciudadanía de un país pionero y reinventor de la democracia, por gente a la que creíamos que nos daba sopas con onda en esas cosas. Un gran mono como su mediático compatriota, King-Kong.
Solo fíjense en sus malos modos, en sus modales primarios. Emite un código de señales básico, elemental, primitivo. Levanta la mandíbula, aprieta el morro, frunce el ceño… Si le da la mano a alguien al que cree ha de someter, no se la da, se la agarra y tira de ella para sí, como queriendo afirmar la posesión del otro. Él es un simio superior. Cuando firma un decreto, lo hace con aspavientos, mostrándolo, pavoneándose, solo le falta, y llegará a hacerlo algún día, darse golpes en el pecho como en un tambor tribal. Miren cómo baja del avión, con su pulgar enhiesto como el sexo del macho alfa de los grandes monos, o sus dedos haciendo la uve de una victoria que no viene a cuento. Son gestos autoritarios que acompañan a un rostro amenazante bajo su melenuda selva color calabaza.
Su gobierno es como el de una tribu. Reta o insulta a mandatarios extranjeros. Pone y quita a sus jefes de gabinete como a títeres a su servicio, les dimiten los que les cogen miedo, aplasta a su fiscal general, nombra a compinches que desnombra antes de un mes, amenaza a la prensa, destituye al director de su Fbi por no someterse a sus caprichos, y su sentido de estado lo tiene cogido con cinta adhesiva a su ego, exactamente igual que su corbata a su camisa, para que no se le mueva, como no quiere que nadie se mueva tampoco sin su permiso. Sin embargo, cuando va a donde otro macho alfa como Putin, o a la oligarquía del sátrapa saudí, se mete las chulerías en las tripas, y babea como un tití, por si acaso.
Pero como es un orangután ilustrado en los mass-media, cada día, a la hora de su ingesta de plátanos, quiero decir… su desayuno, suele emitir por Twiter su eructo mañanero, de desperece, en 140 caracteres que pone a todo cristo y a su propia administración patas arriba y con el miedo pegado al culo. Es el grito del gorila cuando se despierta y afirma su poder y su mando desde la rama más alta. La manifestación (en la red) del gran simio.
En la esfera mundial hay de todo. Hay políticos que le gruñen y hacen cara, como Ángela Merkel; hay otros, ya digo, como Putin, que ladinamente le disputa el territorio y marca con sus meadas haciéndose oler – ver – como amienemigo; otros reyezuelos que comercian sus intereses comprándolo con sus abalorios; otros que lo rodean y lo evitan, como Makron; así como también hay muchos macacos y monicacos, como Rajoy, que le ponen el culo, le sonríen y procuran espulgarle el lomo como buenos servidores…
La política para Donald Trump es como su instinto básico. Todo lo pone a su servicio, pero él no está al servicio de nadie. Ni siquiera de su país, ni siquiera de los quitacaparras que lo han elegido. Al contrario, EE.UU. está a su servicio personal. El cacho de selva que es Norteamérica es suyo, mientras sus berridos manden y asusten. Y hay por ahí muchos gorilas como él, de menor entidad, agazapados en sus roalillos, que lo admiran, intentan imitarlo, y esperan el momento adecuado y oportuno para erigirse en el orangután-one de sus paisicos.
La cuestión está en que si el país-alfa, Estados Unidos of América, no se sacude el suyo pronto de encima, lo del Planeta de los Simios dejará de ser una película para convertirse en una realidad… Y sin un jodido Charlton Heston que nos valga.