GUERRAS
- Por miguel-galindo
- El 05/05/2017
Si a cualquiera se le pregunta por la guerra de Siria, todo el mundo está al tanto. De las atrocidades que se están cometiendo, de la guerra química contra la población civil, los bombardeos indiscriminados, el aniquilamiento llevado a cabo por el Isis y por El Asad, su presidente, el inicuo apoyo de la Rusia putinesca, y todo lo que se desprende de tal conflicto, quienes son los buenos, quienes los malos en esta película, etc…
Pero si se pregunta por la guerra de Yémen, posiblemente que casi nadie sepa de qué vá la cosa, y que se pregunten a su vez a sí mismos, ¡ah!, ¿pero es que hay una guerra en Yémen?.. Y es que, la guerra siria copa la atención pública sostenida por todos los telediarios de todas las cadenas de todos los periódicos de todos los medios de comunicación, pero la yemení pasa de puntillas, y se silencia en lo posible, apenas unas muy discretas columnillas escondidas y disimuladas en algún diario…
Y, sin embargo, la guerra del Yémen, que dura ya más de dos años, acumula 15.000 muertos y 40.000 heridos. Mueren diariamente más de 150 niños, muchos de ellos por hambre y falta de asistencia mínima, y 475.000 se hallan en periodo de desnutrición aguda. Además, 3.000 escuelas han sido bombardeadas, apenas malfuncionan el 45% de los centros médicos, y el 83% de la población civil necesita ayuda humanitaria urgente, pero el país padece un bloqueo horrible que ya ha producido más de 3,5 millones de desplazados internos. Yemen es un moridero casi peor que Siria.
El motivo de la diferencia de tratamiento informativo quizá, seguro, reside precisamente en lo que al principio decía sobre que las películas se promocionan o se esconden en función de los que sean los buenos o los malos de tal película. Y esa guerra, la del Yémen, fue iniciada por Arabia Saudí y una coalición de países árabes, apoyados por EE.UU., Gran Bretaña y Francia… y, claro, no es lo mismo. Por eso una guerra se silencia en occidente en la misma medida que otra igual de sangrienta y canalla se airea a los cuatro vientos. En la primera, los asesinos son los policías de la segunda, y hacen exactamente igual que lo que se acusa a los malos en Siria.
Cuestión de intereses, naturalmente. No de vidas humanas, ni de masacres de niños, ni de sufrimiento, ni de nada. Esos cuentos que ellos utilizan para mover a la opinión pública en un caso, para manipular, lo cierto es que les importan un bledo… Aquí tenemos a la todopoderosa por riquísima Arabia Saudí, donde esos derechos humanos son pisoteados y se los pasan por debajo de la chilaba, donde se secuestra, asesina y se tortura, donde las mujeres son machacadas, y donde la oligarquía abusa y maltrata a los ciudadanos, y los países principales que se las dan de defensores de las libertades doblan su rodilla, claudican y justifican sus desmanes asociándose a sus petrodólares. Incluso nuestro propio rey, Felipe VI, hubo de verter elogios donde tenía que haber denunciado tiranía. Es la doble moral del dinero.
Eso es lo menos malo, dirán algunos. Puede ser. Pero lo peor es cuando esa podredumbre e indignidad política se trasladan por contagio a la ciudadanía, y no vemos nada más que lo que ellos quieren que veamos. El cinismo de los dirigentes, sean del lado del espectro que sean, su falacia e hipocresía manifiestas, tendrían que ser conocidas por todos los ciudadanos, y deberíamos hacer un esfuerzo por estar informados en la era de la información. Tampoco es tan difícil. Si ellos son los responsables de lo que pasa en el mundo, nosotros lo somos de que ellos estén ahí. Por lo que la corresponsabilidad de lo que pasa es toda nuestra.