HIMNOLATRÍA

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Pues a mí me gusta el Himno de España precisamente porque no tiene letra, fíjense qué cosas… Pienso que es más libre e imaginativo así, como está, que encadenado a los tópicos típicos de cualquier himno de siempre. Que si gestas gloriosas, o añoranzas inútiles, o ñoñerío y patrioterío emotivos a punta pala. Yo creo firmemente que, al carecer de letra, se puede sentir mejor la música, y ya se sabe que una música, por mediocre que sea, llega más y mejor que la mejor letra. Miren la aportada en su día por María José Pemán, por ejemplo… y no me comparen a Pemán con la Marta Sánchez, por favor…

            Estoy convencido que, sin letra, se aprecian mejor sus compases, calan más, y cada cual, o cuála, puede adoptarle y adaptarle la letra que más tilín le haga y mejor le venga en gana. A mí me suena esta última ocurrencia a aquel añejo Suspiros de España, en que el sufrido y sacrificado inmigrante lloraba por unos faralaes, un quejío cantao o por el olor a paella, qué quieren que les diga… Además, me dá que apesta a oportunismo puro y duro, a la adquisición de mediática fama, a captar comentarios, debates y fotos por un tiempo, y hacerse una publicidad impagable a costa de un himno nacional huérfano de letra, a Dios (el de las batallas, claro) gracias, y que ni puñetera falta le hace para nada.

            Es mi opinión personal, naturalmente, al igual que la han dado miles de compatriotas y compatrioteros, a los que, y a las que, con tal motivo, les han esclafado la alcachofa por la calle en el sublime y eminentísimo ejercicio periodístico - ¡Dios mío, qué nivel! – de preguntar, ¿y usted qué opina de la última parida, querida?.. o parido, querido… A mí nadie me ha preguntado, pero aquí está por si a álguienes, o álguienas, le interesa, que no creo yo, no…

            Los que deberían, aún con todo su derecho del mundo a expresar su personal opinión, ser un poquico más prudentes, dado el cargo en ejercicio que ocupan, son los políticos de alta gama, desde su responsabilidad pública y eso, que no sé si viene al caso, o vá… Como los Mariano Rajoy, los Albert Rivera y demás zoología política. El premio al comentario más gilipollas, por cierto, se lo lleva González Pons, que ha sugerido incluso que el himno martasanchero sea cantado en la final de la Copa del Rey, que está a las puertas… Hay que ser chapucero y tener poca responsabilidad…

            Frivolidades aparte (frivolidad, por cierto, que habrá hecho derretirse a doña Marta) deberían saber que esas finales, a las que se ha apuntado invariablemente el Barça -¡… y no quería, óiga, y no quería…! – no se cantan. Se silban. Y si se canta algo es para la oreja del Rey… Infelices.

            Por cierto, que he dicho lo de que los catalans se hacen migas de pantumaca por ganar esa Copa del Rey, y luego las ningunean ostensiblemente insultándolas y despreciándolas… Pues que se desapunten, digo yo. Que rehúsen a jugarlas. Que no les echen mano cuando se las dá el monarca de turno. Que no hagan ascos a lo que desean por rentabilidad económica y de prestigio. Que se borren de ella y hagan su propia Copa del Espetec Republicano. Que sean coherentes de una puñetera vez y no salgan de su Masía. Que no pongan la mano y luego la escupan…

            Y no creo que ahora, con letra de la señora Sánchez, se obre el milagro de la coherencia, la sapiencia y la prudencia sobre la prepotencia, la impotencia y la impertinencia. Ni mucho menos. Aquí somos idolátricos de unas cosas e himnolátricos de otras. Con lo fácil que sería, en estos desgraciados y desagradables casos, puesto que el Nacional no tiene letra, que tarareen Els Segadors al ritmo del real. Y tós tan felices y estúpidamente contentos…