HOMBRES Y DIOSES
- Por miguel-galindo
- El 27/05/2019
Actualmente, por los jardines vaticanos se pasean un par de Papas. Si se relacionan entre ellos, no se sabe; si se saben entre ellos, no se relacionan. Son Papas de la misma Iglesia, pero sirven a dos dioses distintos. Son papas de una sola religión, católica, pero pertenecen a cristianismos diferentes…
Uno, el emérito Benedicto, que viste de impóluto blanco, pero calza zapatos rojos de Prada, es el que estuvo en Auschwitz y no olvidó encarar a Dios con la pregunta “¿por qué lo permitiste..?”.. pero sí que olvidó encarar a su Iglesia con exactamente la misma pregunta de ¿por qué llegamos a permitirlo?.., pues fué la que disculpó, disimuló, justificó y luego escondió de la justicia a crímenes y a criminales del nazismo, no Dios. Es el mismo que enseñó teología en Tubinga y en Munich, tras militar en su iuventus - veleidades de la poca edad - en las Juventudes Hitlerianas. Y sirve a un Dios teológico, estático y estético, Dios sutil y artificioso, artificial e intelectual, solo para razas y mentes escogidas, tremendamente alejado y ajeno a las tribulaciones de este mundo.
El otro, el franciscano Francisco, pesaroso y acongojado por los pecados de su propia Iglesia y curia, y los de la entera humanidad. Sirve a un Dios humilde y embarrado, y se enfrenta al poder terrenal de su mismo Sínodo y corte, en su no menos propia soledad del que es combatido por los suyos mismos. Él sabe que la teología no responde ni consuela a inmigrantes, refugiados, homosexuales, hambre y muerte, ni a los niños humillados por sus encasullados, ni al sufrimiento de los inocentes y la prepotencia de los impertinentes. Aquel Benedicto se extasia con su Dios, y este Francisco se duele con el suyo. O son dos dioses distintos o son dos personas diferentes.
El Dios incontaminado e incontaminable del primero contrasta con el Dios lleno de barro y miserias del segundo, del que un día lejano formó a su hijo, el hombre, pero ambos están encastrados en un mismo credo, que no en una misma fé. Son fés distintas, encerradas en valores diferentes. Que los senderos de los jardines vaticanos se bifurquen en dos doctrinas ajenas la una a la otra, es porque existen dos conceptos ajenos de un mismo Dios verdadero.
Lo que pasa en estas cosas y en tales casos, es que ese Dios, único y auténtico, como dicen de Él todas las creencias, calla. Es un Dios mudo, que no dice éste lleva razón, aquél no la lleva. Por eso mismo todos hablan en su nombre, y por eso mismo es Dios, porque no se define a Sí mismo, sino que lo definen, lo definimos. Como tampoco se muestra a favor, ni en contra, ni bajo ningún Dogma. Son, somos, los seres humanos los que imponemos el concepto del Dios que nos interesa a través de esos mismos dogmas con los que lavamos mente y cerebro, y los enviamos a hacer de cruzados los unos contra los otros, para fabricar nuestros propios mártires que se alcen sobre los de los demás.
Aquel Dios es falso, y éste nuestro el único y verdadero… proclaman las religiones. Pero Él calla. Y calla, porque prefiere que cada hijo suyo lo busque y lo encuentre personalmente, en lo más escondido de sí mismo, no a través de ningún Papa, ni Profeta, ni Patriarca alguno. Si así fuera, vendría y diría, éste, o aquel otro, soy Yo. Pero no es así, ni jamás lo será. Son otros los que lo gritan suplantándolo. El Dios verdadero, el auténtico, el genuíno, no es de nadie siendo a la vez de todos y cada uno. Y tampoco nadie puede, ni debe, imponer el suyo sobre el de otros, porque entonces sería tan falso como los de esos mismos otros.
Dios pasea en los jardines vaticanos dentro de las cabezas de dos hombres distintos con la dignidad humana de Papa, que no divina. Y cada cual de ambos le otorga al tal Dios su propia dimensión humana con su propio significado. Dios calla y los contempla. Calla y se contempla. Y se sonríe. El hombre no adora a Dios. Eso es falso. El hombre se adora a sí mismo a través de Dios…
El próx. Viernes, 31/05, a las 10,30 h., en radio T.Pacheco, FM 87.7 (queda colgado en YouTube): EMPRESARIOS AUTONOMOS… Algo aún pendiente.
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