HOMONO

En fechas recientes se han realizado tres grandes descubrimientos en el origen del ser humano. El “homo Longui”, en China, el de Nesher Ramla, en Israel, unido al anterior, el “Daliensis”, que, dicen los expertos, obligan a replantear tales orígenes, y resaltan como misterio misterioso el por qué hoy somos la única especie humana… Yo no lo veo tan extraño. Simplemente que, desde el Erectus al Sapiens, pasando por el Neanderthal, Cromagnón, Desinovana, Luzonensis y cuantos homos ha habido y se han descubierto a lo largo de la macrohistoria humana, todas las especies han acabado fundiéndose en una sola. Y aquí estamos. El actual homo sapiens es una suerte de homo Frankenstein que reúne las principales características de todas las anteriores especies… Es cierto que, como afirman los paleoantropólogos, “nunca antes hubo una sola y única especie humana”. Vale… Pero, ahora, sí la hay. Es la evolución – o la involución – o lo que sea esto…

Ahora ya no nos distinguen por especie alguna, pues somos el crisol de todas las pasadas. Ahora ya solo nos hacemos la guerra por las razas y las creencias. Somos racistas, y/o xenófobos al gusto de sírvase usted mismo, pero, mal que a muchos les pueda pesar, cada vez somos más la síntesis de lo que fuimos… Antropológicamente hablando, naturalmente, pues a niveles religiosos, políticos, ideológicos o patrioteros, aún somos capaces de abrirnos la crisma unos a otros, y montar cualquier guerra santa si se tercia…

…Aunque hay una especie de ludireligión, moderna a la vez que atávica, que, aún retrotrayéndonos a lo totémico y a lo tribal, nos unifica en el (yo diría instinto, no sentimiento), aún bajo distintas banderas y escudos de diferentes colorines: el Fútbol… Hace poco hemos finalizado los panemcircensis juegos europeos por naciones. ¡Ave, Caesar!.. No existe en la historia de la humanidad un filósofo, científico, político, o líder, desde Cicerón a Churchil, que haya levantado una ovación en sus intervenciones comparable a la de un delantero que marca un gol o de un portero que lo salva. Nunca. Jamás han levantado culos de grada de circo alguno ningún tribal y común grito de triunfo… Mucho menos, en el caso de este país, cainita por derecho ganado a pulso, donde las dos, o tres, Españas, salten con el grito unánime en un solo y compartido entusiasmo. Y se abracen el ultraderecha con el ultraizquierda; el patrón con el obrero; el virtuoso con el pecador; el policía con el delincuente; el obispo con el demonio, tales y como el cencerro con la campana… Y todo en una espontánea fraternidad, cuando la dopamina y serotonina que emiten los cerebros se engolfan en una felicidad totémica e inducida.

Uno de nuestros doce millonarios evasores de capitales sobre el césped, enfila el área chica contraria, dribla a un par de defensas, calibra la tirada del portero, y lanza a lo Panenka… Millones de respiraciones se frenan y millones de corazones se aceleran… ¡¡ Gol ¡!, y todo un país enemigo de sí mismo; el de las dos España machadianas; ultra de un lado a otro de su piel; separatistas y unionistas; gilipollas y gilipayos… lanzan un solo, único, unido y unívoco grito de victoria desde las más arcáicas tripas comunes… La sangre y las entrañas nublan, en escasos momentos, todo el universo social de un país. Las vísceras de millones de españoles, paraespañoles, pseudoespañoles, antiespañoles y españoles-todos, vibran en una sola y sostenida nota. Es el momento cénit del simio-patriota. Todos sentimos igual. Todos respiramos lo mismo…

Aquí, en este punto cumbre, admitámoslo, el homo-sapiens, que sabe, es anulado por el homo-sensum, que solo siente… Y El Pensador, de Rodín, es descabalgado por el homo lúdens, el jugador… El jugador, para el que fabrican el juego bien pagados mercenarios con mejor pagadas camisetas, a fin de hacerle sentir un sentimiento (valga la redundancia) ancestral: el de vencer a los enemigos. Y eso es todo. Mover, negociar y enriquecerse – los organizadores y arrimados – para que los organizados y anexionados vivan y practiquen el ritual más primitivo de nuestra naturaleza.

 Que los investigadores y científicos saben, y lo han visto, cómo los hijos de una familia de gorilas (Johan Huitzinga) jugaban en la selva ruandesa, con los mismos gestos, poses y posturajes de enfado-alegría, que esos otros hijos-hermanos-nietos-nuestros, realizando un juego de competición. Es lo mismo que, ya adultos, encargamos a los zánganos del panal, para que trasladen al común de las obreras que trabajamos para una idea Reina: ganar el campeonato… El juego es el origen de la inteligencia compartida y competitiva, y llevado al nivel de “nación” (el último vestigio de la tribu) supone una catársis general y poderosísima.

Decía Franco aquella frase de que “España es una unidad de destino en lo universal”. Patria pura y dura inyectada en vena. Pues bien, el Gol – el goldespaña – es nuestro destino universal: 40 millones de cerebros enfilados en un solo haz en el momento único en que los “españoles todos” (también muy caudillero) vibramos en la misma nota cuando pasamos a semifinales para optar al coco de premio, ¡ oh, yesss ¡.. En el sofá de casa, rodeados por los de la misma rama, del mismo árbol, de la misma selva; en el bar; en el escaparate; en la terraza o en la plaza… Los once, y reservorio, que tienen el corazón en su cartera, harán cuánto les sea posible (400.000 euros por rabo si pasan) para poner al simio en pié desde sus mismas tripas…Como debe ser, joer.

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