INTOLERANTES

  

Las Cofradías se han puesto en pie de guerra por la moción de los de Cambiemos por la patochez de “una semana santa laica (no sé cómo lo santo puede ser laico, pero enfín…). De risa. El caso es que los cabildos llaman a manifestaciones y a rebato, “porque se ataca nuestra fe”, porque “van contra las más sagradas tradiciones”, hasta porque “se quieren cargar el cristianismo” he llegado a leer por ahí. Siguen confundiendo catolicismo con cristianismo. Y muchas más barbaridades sacadas de contexto… Y los podemitas, que si “mejor se manifiesten por los refugiados sirios”, que si no hay derecho de “que se ocupen lugares públicos por motivos religiosos”… Los primeros aducen derechos de libertad de manifestación religiosa y los segundos que derechos sí, predominio no… Talmente aquella hilarante obra de Don Camilo, de Giovanni Guareschi…

                Pero, claro, yo ya he dejado de entender ciertas cosas… Yo siempre, siempre, siempre, he estado en contra, y así lo he manifestado por activa y por pasiva, del uso económico, del uso político y de negocio que se hace del Evangelio. Son antagónicos per sé, y no lo digo yo, lo dijo ese Jesús al que ofenden diciendo que defienden. Debería bajarse de uno de los muchos pasos que lo pasean y lo venden crucificado y volver a azotar a los cambistas y derribar sus chiringuitos. Y a los fariseos que se disfrazan de lo que no son para luego rasgarse esas mismas vestiduras. La Semana Santa es cualquier cosa menos santa. Yo la llamaría la Semana Rentable, o la Semana de Interés Nacional… España, en realidad, es de los pocos países donde aún no se ha sabido separar lo laico de lo religioso con respeto y sin fanatismos.

                Pero tampoco entiendo el fundamentalismo de los que quieren cambiar las cosas que el general de la gente no admite, ni quiere, ni tiene capacidad aún de entender, por narices y porque lo dicen ellos. Ni se puede, ni se debe, ir en contra del común del personal. En España, el “vivan las caenas” aún perdura desde Fernando VII, y eso no se puede obviar ni cambiar con leyes y por la fuerza. En este país, como en cualquier otro del mundo, se evoluciona a través de la cultura y la educación, de la formación y la información – no sesgada, claro – y de cambiar lo que es involutivo por evolutivo. No se puede legislar contra lo que todo el mundo quiere mientras lo quiera a pesar de su parcial visión. Hay que legislar conforme a la voluntad de la gente, nos pese a quienes nos pese…

                Yo veo claramente la misma pasionalidad irracional en los que quieren prohibir que en los que defienden… Y me dá risa y pena a la vez, porque no entendemos nada. No entendemos que en un país laico las “hondas” raíces religiosas son más folklóricas que reales, y que han de ser respetadas a la vez que ellas han de ser respetuosas con las demás confesiones y/o con los aconfesionales de toda laya y condición. Y que si unos dicen sentirse atacados en su loquesea, los otros pueden decir sentirse invadidos por también ese loquesea…

                Pero no es solo que no seamos capaces de entender y entendernos, es que no queremos hacerlo. Somos tan intolerantes los unos con los otros que nos convertimos en los mismos burros fanáticos que defienden su pesebre a coces y rebuznos. Aquí, los que más se hacen las víctimas son los que más abusan de su privilegio. Y los “liberadores” a la fuerza son esclavos de su propia miopía. En realidad todos somos ciegos que pelean entre sí… “Españolito que vienes al mundo te guarde Dios…”, escribió Machado. Y en esas andamos aún.