JUSTICIA SIN JUECES
- Por miguel-galindo
- El 15/11/2018
No se alarmen… es el título de un libro que me permito recomendar. Y no está escrito por un desavisado precisamente. Su autor es Pascual Ortuño Muñoz, Magistrado de la Audiencia de Barcelona y Profesor de la Universidad Pompeu Fabra, considerada, ya lo digo al paso, una de las diez mejores del mundo. Admito que su título acojona, sí, pero el subtítulo aclara el motivo de tal título: Métodos Alternativos a la Justicia Tradicional.
Y esos métodos alternativos apuntan a una sola dirección, a una única escuela: La Mediación. No habla un cualquiera, si no uno de los más significativos profesionales de la Judicatura, toda una autoridad en la materia. “La máquina de administrar Justicia en España ha quebrado. Ahora mismo es lenta e ineficaz, y el ciudadano lo percibe”. Y lo dice aquí mismo, en Murcia, en un momento en el que esta región acumula cien mil asuntos judiciales pendientes en los cajones de los Juzgados, y cuando los casos civiles se han disparado nada menos que un 20% en un solo trimestre…
“En los juicios no existe el diálogo, sino una sucesión de monólogos. A la hora de negociar, el acto de mayor respeto es escuchar al contrario, y eso no se da en un juicio”. Claro que no, señoría, eso se da ante un Mediador, no ante un Juez. Y lo digo yo, que he sido 20 años cocinero antes que fraile en los fogones de un Juzgado de Paz. Dice este hombre lo mismo que yo suscribo punto por punto, y que siempre he dicho y repetido hasta la saciedad: “al que me pida consejo sobre judicializar un asunto, le diría sin dudar que aparte tal idea de su mente y lo pensase muy bien antes, pues presentar una demanda en un juzgado es como una declaración formal de guerra, pues los juzgados solo son campos de batalla”. Y por si no ha quedado claro, añade: “antes, las decisiones de los jueces no se sometían a crítica, pero ahora la gente les discute la sentencia”. Todo esto, en España encierra una seria problemática.
Y la encierra aquí, y no en otros sitios, por algo muy simple: porque la gente, las empresas, los vecinos, los colectivos ciudadanos, las personas en suma, aún no se han dado cuenta real de que los jueces están para juzgar delitos, pero que su cometido no es resolver conflictos. Que los juzgados están para designar culpables y asignar sentencias, pero no están para buscar acuerdos que eviten el posterior delito que hay que castigar. Y que ese cometido de buscar acuerdos, y resolver conflictos, y evitar delitos, es el de los Mediadores Profesionales.
Otra cosa es la siguiente: Para juzgar las faltas que se denuncian, siempre han estado los Juzgados, en los pueblos, llamados de Paz. Vale. Ahora, ya no. Ahora están para otras cosas. ¿Pero, entonces, para ejercer la mediación, qué medios públicos ofrecen ahora los ayuntamientos, las administraciones locales?.. Yo se lo digo: ninguno. “En el mundo anglosajón – así mismo lo afirma P. Ortuño – ya está consolidada la Mediación, pero en España está costando muchísimo”. Se salva el CGPJ, que conoce el mandato de la Onu y de la propia UE a tal respecto, y sabe lo que se está jugando en los colapsados juzgados. Pero las Comunidades Autónomas, los propios Ayuntamientos, son remisos y ociosos en mover ficha ante esta responsabilidad. Creo que no alcanzan a entender la importancia de lo que deben asumir, que no son capaces de comprender de la misa la media…
Tarde o temprano tendrán que hacerlo. Más pronto que tarde llegarán sanciones desde Europa, y/o los ciudadanos comenzarán a exigirles por su cómoda irresponsabilidad. Los Mediadores Profesionales ya están preparados y en las calles, y en los barrios, y en los pueblos, pero su Juzgado de Paz ya no asume aquellos Juicios de Faltas donde el juez actuaba de conciliador. Eso ya no existe. Ahora es como disponer de gasolina sin tener los coches dispuestos. Un total y absurdo contrasentido. Un absoluto disparate.
Termino citando a Sun Tzu, que le gusta repetir a mi profesor de Mediación, y que, además, también cita este magistrado al que hoy me refiero: “a veces, el resultado de una victoria es peor incluso para el que la obtiene, que las consecuencias y desastres de una batalla”. Pues eso. Que se deben agotar todas las posibilidades de negociar, antes que comenzar ninguna guerra. Esas mismas posibilidades de negociación se mantendrán siempre, siempre, siempre, abiertas a los remisos ayuntamientos. Hasta que se les caiga la caspa de sus miopes ojos…
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