JUVENIALES

Empiezan a aparecer preavisos en las primeras páginas de los periódicos (casualmente, lugares donde también se jalea la vuelta al circo veraniego y sus excesos), y con letras gordas y negras: “Alertan sobre una subepidemia de Cóvid en jóvenes de entre 15 y 35 años”. El incremento de contactos en esta franja de edad dará paso, con toda probabilidad, a la quinta ola en pleno verano. Es más que posible. De hecho, aquí, en la Región de Murcia, tan solo que en una semana se han incrementado los casos en jóvenes la friolera de un 55%, y los repuntes diarios se han triplicado, volviendo a saltar los 150 diarios. De nuevo, vamos para atrás.

Y la causa es estrictamente juvenil. Al macrobrote de Mallorca, ocasionado por un alocado y no vigilado viaje de estudios desde toda España, y que ha producido un rebrote de infectados brutal que ha afectado a todo el país, súmesele a tal descerebramiento los que afloran por comunidades: Cataluña por San Juan, el de la discoteca alcazareña, y lo que se puede esperar dado el comportamiento de este colectivo tarado mental. De momento han colocado a España, de nuevo, en riesgo alto/extremo, con las ruinosas consecuencias económicas para las ya mermadas expectativas turísticas. Ese es su nivel de responsabilidad, añadido a la inacción y parálisis por parte de quiénes deberían parar esto… Un informe del Instituto Carlos III (Prof. A. Guirao) sostiene que “el incremento de casos en esta franja de edad, con un virus totalmente fuera de control, dará paso a una quinta ola”…

Los números oficiales de la Consejería de Salud regional, aquí, en Murcia, cantan la Traviata, y no dejan de preocupar a su titular, Juan José Pedreño: los casos entre 15 y 19 años han aumentado un 80%; entre los 15 y los 29, un 45%, y así en una escala desmandada, pues “tenemos más de 7 millones de personas, en un rango de 15 a 30 años, susceptibles de infectarse”, insiste en su informe (LO,2/7)… Son datos crudos, sin cocinar políticamente, y que los traslado desde aquí, para que vean los que me leen que no me estoy inventando ni diciendo nada fuera de traste… Que, a la hora de señalar catastrofistas, que es lo más fácil, vean que el catastrofismo lo produce ese sector de la sociedad que lo conforman nuestros hijos y nietos, y que yo tan solo soy el cronista que lo cuenta. Otra cosa es que todos nos tapemos los oídos…

…O que nos interese matar al mensajero y mirar para otro lado… Esto es lo mismo que el reciente episodio climático de intenso calor que superan los 50º en regiones como Canadá y EE.UU., donde han muerto cientos de personas por no estar acostumbradas a que el termómetro se ponga del revés, y que es el fruto directo de la degradación del medio ambiente y el cambio climático… Lamento haber olvidado la autoría de la cita, pero, en El País, una científica europea, responsable de la investigación oficial sobre el tema, lo aseguró tajantemente: “Eso es tan solo que un aviso de lo que nos espera en todo el mundo en estos años próximos… Y es ya irreversible”.

Con esto nos ocurre exactamente lo mismo que con los jóvenes con respecto a la pandemia: que ambas cosas son de nuestra directa responsabilidad, pero no hay quién le ponga los cascabeles al gato… Y yo puedo llegar a reconocer que al cambio climático ya no hay quién lo pare, y las consecuencias las pagaremos los culpables de ello. Vale. Pero lo de nuestros zagalones es de una vergonzosa y vergonzante desidia y claudicación… Porque a todo ese discotequeo, a todos esos mal-llamados viajes de estudios, a todas esas fiestas hedonistas y decadentes, deberían controlarse y exigir a sus “borreveydiles” el certificado sanitario correspondiente de inmunidad o de no estar contagiado para amogollonarse en recintos asumidos. Por ejemplo. Bastante tenemos con las fiestas salvajes y botellones incontrolables (¿?) donde tampoco se hace lo que se debiera, pero lo demás, esas celebraciones, que se tendrían que realizar en salones autorizados y vigilados, se está haciendo absoluta dejación de ellos… Y, claro, pasa justo lo que está pasando.

Yo ya se que “la culpa es de los jóvenes”, como se generaliza por no particularizar. Sí, es muy cierto… Pero los responsables de esa culpa somos los adultos… Más del 65% son menores de edad, ¿qué hacen sus mayores?.. con un simple cierre de grifo generalizado se resolvería una gran parte del problema, por ejemplo… ¿ejercen acaso su responsabilidad?.. NO. Pues por eso hacemos lo que hacemos: nos lamentamos, sí, pero callamos… Ojalá (autoridades y progenitores) no tengamos que lamentarlo. Será difícil encontrar un chivo expiatorio ajeno si nos miramos al espejo.- Estoy convencido.

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