LA ACRACIA
- Por miguel-galindo
- El 26/06/2017
Existe un principio minimalista que el arquitecto Van der Rohe aplicaba a sus edificios: Sometiendo a una intensa vibración a la obra, todo lo que se cae sobra. Sabio, sencillo e ingenioso sistema. Podría, y debería, aplicarse a cualquier aspecto de la sociedad, y de ese modo evitaríamos que media de esa misma sociedad parasitara a la otra media. La acracia feliz es eso mismo: sacudir el árbol para que caigan las hojas y ramas inútiles que debilitan el tronco y hacen peligrar la totalidad íntegra del árbol.
Rohe llamaba enfáticamente a su método La Vibradora Universal, quizá, no sé, por lo universal de la aplicación de tal sistema. Imagínense ajustada al estamento político, por ejemplo. Todos los elementos mediocres, inútiles, que no aportan nada pero chupan de la savia, caerían, al igual que todos los extremismos aplicados, brazos en alto y puños cerrados, y cuantos demagogos viven del cuento. Solo quedarían los justos y necesarios. ¿Imaginan cuánta rama inútil e improductiva se vendría abajo?, ¿cuánto elemento podrido e insustancial caería al suelo?..
No, no valdría podar el árbol de la democracia, porque las manos que lo podaran bien podrían ser manos corrompidas o corruptoras, que cortara lo sano y dejara lo corrupto. Así que no. Solo valdría la sacudida ciega y justa de la Vibradora Universal, que aplique una fuerza neutra y neutral que elimine todo elemento nocivo a derecha e izquierda del árbol político. Aunque los partidos se quedasen huérfanos de morralla. Aunque… fíjense bien lo que digo, a la democracia se le desprendiera la partitocracia. Miren cuando a una higuera vieja se le despoja de casi todo, los frutos tan hermosos que hecha en el renuevo. Acuérdense del principio de Rohe: todo lo que cae, es que sobra. Es una ley física universal, tan universal como la batidora esa. Y tan natural como su propia fuerza.
Aplicando la utopía podríamos vivir sin políticos, pero no sin maestros. Sin militares, pero no sin médicos. Sin sacerdotes, pero no sin labradores y pastores. Sin policías ni jueces, pero no sin constructores. Y es que los políticos, los militares, los sacerdotes, los policías o los jueces se han hecho indispensables a sí mismos como garantes del órden y la eficacia en una sociedad incompleta e imperfecta, pero no serían necesarios en un sistema eficientemente ordenado por sí mismo y en sí mismo de forma y manera natural, no sé si me explico…
¡Pero bueno (me dirán) tú eres un jodido y puñetero ácrata!. Pues no lo sé, la verdad, puede ser… ¿y quién no es ácrata en su fondo de armario?.. Mas, aunque así fuera, ¿qué tiene de malo la acracia?. Lo he dicho al principio, la acracia es un sistema feliz, utópico. Y ni la felicidad ni la utopía son malas, que yo sepa. Soñar tampoco daña a nadie…
- No, pero predicar sueños sí puede ser dañino, se me contestará… ¿Para quién?, repregunto yo. Para los que predican que son ilusorios, sí, porque se les puede acabar el chollo, pero para los soñadores, desde luego que no, porque pueden estar construyendo una realidad futura. Lo que temen es que empecemos a creernos tal posibilidad, y se les venga abajo el negocio que se tienen montado.
Lo he dicho muchas veces, y vuelvo a repetirlo, las utopías de ayer son las certezas de hoy. Y quizá algún día la Vibradora Universal comience a aplicarse a toda obra y proyecto humano, y entonces el hombre podrá elevarse por encima de su propia mediocridad. Las personas nos lo debemos a nosotras mismas, ¿no creen?..