LA CADENA
- Por miguel-galindo
- El 20/12/2016
Me contaba el otro día un amigo, asesor fiscal/laboral él, que hace apenas una década, el grueso de su clientela, más de un 60%, eran comerciantes, y que hoy, sin embargo, apenas si llegan al 20%... Y añadía, preocupado, que era como el piloto que parpadea señalando un empobrecimiento general en el resto de actividades económicas. Me decía, además, que es un dato alarmante, dado que afecta directamente a la supervivencia de su propio negocio. Y se preguntaba por las posibles causas, si bien son fáciles de intuir..
Y yo le contestaba que llegué a conocer una sociedad donde el comercio local tenía una estabilidad firme, que mantenía, no solo la unidad familiar de su propietario, sino también las de sus dependientes, que vivían de ese comercio. Doy fe de ello.
Hoy, sin embargo, es todo lo contrario. El comercio es inestable, de una asombrosa precariedad. Ha venido a ser la actividad de uno de los cónyuges, que, sumada al trabajo del otro, redondea los ingresos domésticos. O sea, la actividad comercial de los pueblos acostumbra hoy a ser un ingreso complementario para el mantenimiento del hogar. Y el escaso empleo que procura es de baja calidad, extremadamente parcial e inseguro, y mal remunerado… No da para más. Es lógico pues que redunde, en negativo, claro, en los resultados de otras empresas locales, como la de servicios de la que subsiste mi interlocutor, entre otras muchas…
La prosperidad o la ruina de cualquier comunidad reside en los eslabones que forman la cadena de subsistencia. Una cadena económica, al fin y al cabo. La cadena de transmisión de esa economía que se forman en los pueblos y localidades es la que garantiza su actividad y su supervivencia. Cuando un eslabón se rompe, la cadena se parte y la comunidad se empobrece. Es tan básico como elemental.
En nuestros pueblos, convenimos ambos, esa cadena se ha roto por el eslabón comercial porque la ciudadanía gasta lo que gana en esos pueblos fuera de ellos, y luego no se revierte en la sociedad que lo genera… y una ficha de dominó que cae, al final tumba a todas las siguientes. Si esas empresas precarias no dan trabajo, afecta al empleo local, y si cada vez pagan menos impuestos terminarán afectando también a los puestos y sueldos de sus funcionarios municipales. Resulta inevitable, y solo es cuestión de tiempo.
Los ciudadanos deben asumir un compromiso racional con su comercio, y el comercio debe esforzarse en mantener, fidelizar y corresponder a sus ciudadanos. Pero sacar agua de un pozo para vertirla en otro, solo trae que el pozo del que uno bebe se agote, y entonces tengamos que apagar nuestra sed allí donde hemos dejado nuestra agua. Y eso no solo lo pagaremos nosotros, también lo pagarán nuestros hijos, que encontrarán un pozo seco y sin agua. Al tiempo…