LA CRUDA REALIDAD

Cómo manejar la ansiedad en los adultos mayores en cuarentena ...

Dice el eminente columnista madrileño J. J. Millás, tras 45 días de confinamiento selectivo, que tiene la sensación de ser un premuerto. Que igual podría haberla espichado en una residencia de ancianos que en su casa. Que, por su edad, entra en lo que se conoce por allí como “techo terapéutico”… El caso es que Millás y yo tenemos la misma edad, y, aún a una enorme, galáctica, distancia, nos dedicamos a lo mismo: el columnismo. Sigue diciendo que ahora sabe que socialmente está caducado, y que, burocráticamente es como si, tras esta experiencia, hayan quedado aplazadas las diligencias de su pasaporte al otro lado del espejo…

            …Espejo, espejito mágico, ¿quién es que yo más trágico..?. He estado a punto de preguntarle por email. Pero, cuando iba a hacerlo, me he dado cuenta que, de cierta manera, lleva razón. Que, al principio de la pandemia, se decretó que los de nuestra quinta entrábamos en quintas, y que estábamos seleccionados. Era – y es – lo admitido por todo el mundo… Vamos, que a Juan José Millás, o a mí mismo, al salir a las 20 hh.p.m. al balcón para el aplauso comunitario, nos cae un fragmento de cornisa y nos deja en el sitio, y, por edad y carnet de héroe, nos dan la certificación directa de mártir por coronavirus… Es que tocaba, acho… Claro.

            Mi consejero de sanidad aquí, amigo Juanjo, ya nos anunció en las postrimerías que el 90% de los teletransportados (permíteme el eufemismo) eran mayores de 70 años, algo así como diciendo que entraban dentro del cálculo de posibilidades, que llevaban la etiqueta de caducidad al límite, vamos, que era lo normal… Puede que esa “nueva normalidad” que tanto se anuncia ahora es que el mundo va a ser más joven tras el Cóvid-19 por un par de razones: porque dentro de nueve meses se incrementará la natalidad, y porque hemos capuzado una buena parte de viejos. Y que, los que quedemos, o queden (pues aún estamos a tiempo de convertirnos en caídos por España y su caja de pensiones), van/vamos a ser una anomalía de esa nueva normalidad. Quién sabe si van por ahí los tiros, los tirios y los troyanos, y no vas tan desencaminado en tus lúgubres afirmaciones. Tómate nota de estas reflexiones, al rebufo de las tuyas, y utilízalas si te place, como yo he utilizado las tuyas. Con entera libertad, tío…

            Dices – permíteme que te copie un poco – que “los viejos somos tan inútiles como los prenacidos”. O sea, a ellos les falta nacer y a nosotros nos falta morirnos. Y en ambos estados somos inútiles… Hombre, yo difiero en esto, disculpa. Un prenacido es una ubre en ciernes de la que chupar, y un viejo es una teta fláccida que hay que tirar… Y no sigo por no dar ideas. Bastante tengo con los chistes fáciles de amigos fáciles cuando sueltan lo de que esto estaba previsto para aliviar la Seguridad Social. Una broma de mal gusto, joer… Pero, vamos, que sí, que tras leerte, yo también me siento así como viviendo de prestado.

            Lo cierto y verdad es que yo tengo un extraño sabor agridulce, una rara ambigüedad con todo esto. Por un lado, todo el coro de panegiristas ha cantado que todas estas medidas se han tomado para proteger preferentemente a los mayores… Ya sabemos los cantos de sirena de “a nuestros mayores, a los que tanto debemos…” y todo eso. Vale. Bien. Pero luego, las residencias se han destapado como auténticos pudrideros de esos mismos mayores. Como establecimientos terminales, liquidadores de viejos. Ha habido en ellos un reajuste en la nómina de abuelos, brutal. Y, sin embargo, nadie se ha abierto las venas por ello. Nadie, nadie, ha dimitido por la muerte de tanto anciano aparcado de “a los que tanto se les debe”. Nadie ha exigido responsabilidades por nada. Y, sin embargo, en esos lujosos y aparentes sepulcros blanqueados se ha abierto una escalofriante Caja de Pandora que debería poner los pelos de punta…

            …Pero no, a nadie se le mueve uno solo de esos pelos. Por mucha, o ninguna, responsabilidad que tengan los ministerios, consejerías, direcciones generales, etc. Correspondientes, o aquellos políticos que estén cobrando el plus por llevar tal carga a su cargo. En una guerra (de eso se ha interesado calificarlo) entre tanta baja, cuentan menos los que menos cuentan, y no amos a culpar a los generales estrategas del resultado de sus batallas. Naturalmente. Como dice J. José Millás, “los viejos solo somos proyectos de cadáveres”…

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ

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MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / https://miguel2448.wixsite.com/escriburgo / viernes 10,30 h. http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php / próximo programa, día ______ …MISIÓN CUMPLIDA

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