LA DIADA bis

 

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Hay algo peor que la estupidez. Y es la maldad. Que la Diada, secuestrada por el separatismo, haya intentado secuestrar también el grito que nació espontáneo y libre de la dolorida sociedad catalana, y al que se unió solidaria toda España ante el golpe del terrorismo, para imponerlo como slógan para sus más ruines fines políticos, es de un envilecimiento insuperable. No se puede caer más bajo. No tinc por fue, al final, maquillado por un Soraya, no fas por, en un malhacer político donde ya no queda un solo ápices de dignidad, y al que no le importa manipular lo más limpio, decente y honesto para sus miserables fines.

            No tinc por. No tenemos miedo, con Soraya delante, ha vuelto a ser repintado esta vez sobre pancartas de sucios intereses personales que han hecho nido en lo inicuo de ciertos grupos y en la supina ignorancia por la ceguera de cierta gente. Porque esa es otra, que nadie se engañe. Ese no tinc por ha sido arrancado de su pureza original por la bajeza moral de los que hoy mueven la política en Cataluña, sí, vale, pero también es cierto que ha sido ondeado y prostituido por oleadas de personas que han participado voluntariamente del ultraje a ese propósito original.

            Son los siempre tontos útiles que hay en todo lugar y en todo momento, dispuestos a actuar y ser actuados, a manejar y ser manejados, a usar y ser usados, a manipular y ser manipulados… Es la estrategia de utilizar a las siempre manipulables masas. Y eso lo han hecho desde los comunistas más salvajes a los fascismos más deleznables. Fascismo e izquierdismo que hoy, en la actualidad, se funden en un solo y único fenómeno: el populismo, el nacionalismo…

            El primer No tinc por fue rotulado con sangre, y éste segundo lo ha sido con m… ustedes mismos pongan lo que consideren más adecuado. Pero existe una realidad a la que estos maestros de la manipulación no pueden sustraerse. En el año 2.014, la Diada juntó a 1,8 millones de catalanes. Siempre según datos de la Guardia Urbana de Barcelona. En 2.015 fueron 1,4 millones. Ya en 2.016 se contabilizaron 875.000 manifestantes. Y según las mismas fuentes, este año han podido reunir a 484.000 personas. Los cálculos de la Delegación de Gobierno hablan de 350.000, pero, claro, ya se sabe… y según los datos del periódico El País, que no son tendenciosos para ninguno de los lados, fija en 410.000 los asistentes.

            Pero fueran las cifras que fuesen, resalta un dato meridiano, y es que la tendencia va claramente a la baja. Otra cosa es el tratamiento maniqueo, interesado y oportunista que le imprime el entorno independentista, por supuesto, y la estrategia que aplican los tramposos de que lo poco parezca mucho; de los trileros que las restas las convierten en sumas… Todo es cuestión de ruido.

            Yo solo me pregunto qué pasaría si los que en estos cinco últimos años han dejado de asistir, más los otros catalanes que se quedan en casa, hubieran hecho una Diada/bis también, rodeando la manipulada y dirigida oficialista. Hubiéramos visto que ésta que tanto acoquina se hubiese quedado en nada. Y entonces ya no acojona, si no que se encajona. Lo que pasa es que, en ciertos casos, interesa aparentar que lo que crece se note menos que lo que encoje.