LA FRAGONETA

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El fenómeno de los Uber, que ha puesto al gremio (me permitan que escriba gremio, pero pienso monopolio) del Taxi en pie de guerra en nuestro país – volverá pasadas las elecciones – entre otros motivos está producido porque es una salida profesional y/o una estimable ayuda económica para las personas que disponen de un vehículo adecuado para determinados trabajos, y están en situación de precariedad laboral, lo que les otorga todos los derechos del mundo a intentar ganarse la vida honradamente. Nada pues, que objetar…

            Pero el otro día interrumpió una noticia en los medios, así, como el que no quiere la cosa, como algo sin más importancia que la anecdótica, y es que la DGT, la Dirección General de Tráfico, ha detectado nada menos que un 55% de aumento en la siniestralidad de pequeñas furgonetas y vehículos de reparto (una burrada, la verdad) y lo relaciona directamente con el aumento de ventas por Internet… Ciertamente, que me quedé sorprendido, pero los datos de su investigación son más que fiables.

            La compraventa por las redes ofrece, al menos, dos o tres ventajas al que compra: comodidad, economía y rapidez. Y cuando digo rapidez, me refiero a uno de los pecados capitales modernos de la humanidad: la inmediatez. Ya saben ustedes, lo quiero, y lo quiero ya… Bueno, pues ese ahora mismo es lo que provoca el fenómeno detectado por la DGT en cuanto al pavoroso aumento de accidentes en determinados tipo de vehículos. Se lo “ejempleo”:

            Imagine que ve por Internet un producto, un cacharro, lo que sea, que necesita lo antes posible. Está bien, el precio es más que razonable, los gastos de transporte van incluidos, y el servicio es puerta a puerta en 24/48 horas. No se puede pedir más por menos, así que lo solicita… Bien. Si el que lo envía acude a una agencia convencional de transporte, ni le va a llegar con tanta rapidez ni diligencia, y el porte le costará más que el trasto, seguro… Y, si bien comienzan a desarrollarse empresas que intentan cubrir este hueco, lo que se ha organizado con toda rapidez, ya saben, la ley de oferta y demanda, es el “modelo Uber de reparto”, o sea:

            Se crea una red de personas que disponen de vehículos que puedan dar tal servicio de agilidad y cercanía. Se les contrata como servicio de autónomos independientes y se les incorpora a la zona donde residen. Así, cuando usted pide su chisme, la red que distribuye lo pondrá en manos del más cercano a su domicilio como entrega (o al de recogida, en su caso). El servicio es óptimo en cuanto a rapidez, sin tener que montar una costosa estructura empresarial cuyo mantenimiento no le permitiría competir con las exigencias de esta modalidad de compra ni con este sistema que le ofrece respuesta inmediata a la demanda… Libertad de mercado y competencia, amigo mío.

            Así que usted podrá criticar cuanto quiera a los Uber, y defender lo que considere justo, desde una mentalidad más o menos funcionarial. Vale. Pero cuando quiere, y lo quiere ya, claro, el champú al huevo exclusivo de pata negra, para lavarse el pelo ese fin de semana que tiene una boda, que sepa que está contratando los servicios de un Uber del reparto, que aumenta el índice de hostiones en carretera para que le llegue en plazo de entrega. Y no se puede desear lo uno criticándolo y defendiendo lo contrario… Aceptemos pulpo como animal de compañía, o juguemos a otra cosa…

El próx. Viernes,26/04, a las 10,30 h., en radio T.Pacheco, FM 87.7 (queda colgado en YouTube): FANATISMOS… tan iguales, tan distintos…

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