LA REAL REALIDAD

El otro día leí el criterio del obispo de San Sebastian (bueno, creo que ya exobispo por la gracia de Dios), J. Ignacio Munilla, que dijo exactamente que “el progresismo es un virus”… Naturalmente, espero: primero, que no utilice móvil, o se niegue hacerse radiografías y todo lo demás, pues eso es progreso; y segundo, que lo soltase a modo de opinión personal, y no lo decretase en funciones de su oficio, o sea, de lo del cuento de la Palabra de Dios, ya saben, pues eso significaría que Dios solo quiere a fachas en su Reino, y yo eso no me lo creo ni borracho. Es lo que tienen estas cosas: que cuando un dignatario larga una aseveración así, por estúpida que sea, debería aclarar en función a qué. Lo que pasa con los de la Iglesia es que ellos siempre suelen hablar según a sagrado, por la cosa del carisma y demás… Y eso, manda romana en las mentalidades básicas y elementales de sus creyentes.

Por otro lado, tampoco resulta extraño, pues la santa institución siempre ha sido conservadora a ese y otros respectos (no así antes, cuando hubo un clero bajo y curial inclinado al progresismo), pero, en el general de su historia, siempre ha sido aliada del inmovilismo y más feroz absolutismo, eso sí, envuelto en suaves e hipócritas maneras – y más de derechas que San Francisco Franco, por su igual naturaleza, claro – ya que de casta le viene al galgo,, o la casta viene de algo… La cuestión está en que Dios no se manifiesta sobre eso, y no dice ni pío. Es su clericalla la que no se calla, y se permiten hablar en Su nombre, sin siquiera consultarle, ni preguntarle a Él su opinión, si la tuviere. Se toman el voto delegado por el morro, se apropian de la interpretación del Dogma, que para eso se lo inventan ellos, y lo imponen a sus fieles, más creedores que creyentes…

Esa es la comunión obligada por una fé no menos impuesta. Su ley… Al igual que en dogma también se han convertido las comidas de… Navidad. Otra “tradición” de último cuño, a añadir a los peces en el río y toda la demás reata del juego de la patata… Al final de todo, se convierte en lo que nunca fué, y es que una tradición, al fin y al cabo, no es otra cosa que una costumbre convertida en dogma; una más que sumar al acervo del disparate… porque, como dice un amigo mío, “se ha comprobado que en España hay más comidas de empresa que empresas”… y, como digo yo, eso y las también “tradicionales” aglomeraciones navideñas, han calado tan hondo y en tan poco tiempo (apenas unos escasos años) en la, digamos “cultura”, colectiva del personal, que así pueden todas las autoridades científicas y politicuánticas advertir del Cóvid omicroniano, que nos lo pasamos por el puente y por el ano. Como las sagradas cenas, por ejemplo…

Tan sagradas son como intocables nuestros políticos-sacerdotes asignados a cada creencia, por muy de burricie que sean (a esos políticos y esas creencias me refiero)… Ejemplo reciente: el despropósito enloquecido de Laura Borrás, que hasta pide a Pere Aragonés que se someta en el Parlament a una moción de confianza… porque así lo exige la Cup. Nada menos. Eligen entre todo su barullo, hace cuatro días con pasado mañana, a un President secesionista, y ya le están censurando por flojo… Que esta gente ha perdido el oremus es un hecho; que los catalanes han de quitárselos de en medio es un derecho; y que no lo hagan pronto es un deshecho…

Pero no hemos de rasgarnos las vestiduras, porque lo que tenemos el resto de los españoles en nuestro propio Parlamento, no es mejor… El espectáculo vergonzoso que nos ofrecen cada día es vomitivo. Políticos insultándose soezmente; zancadilleando al país bajunamente; imponiendo sus ideas partidistas y sus de sus fines personales a los intereses de los españoles; y sin disimular cuanto de bastardo tienen sus intenciones, aunque tengan que polarizar a la ciudadanía en una especie de nueva guerra civil… Y lo que es peor, bastante peor: que los ciudadanos somos tan tontos e idiotas que hacemos de nuestra tendencia política una religión. Como lo del imán religiosocivil de San Sebastián con el que comenzábamos éste de hoy…

…Pues, al final, todo, absolutamente todo, viene a repercutir en nosotros, porque nosotros mismos lo producimos, lo amamantamos, lo admitimos y lo mantenemos. Lo he dicho infinidad de veces: nuestros políticos y nuestro sacerdocio salen de nosotros mismos, de lo que somos y de cómo somos… jamás al revés, nunca al contrario. Si estos personajes medradores son así es porque así somos también los que los votamos y revotamos mientras no los rebotemos, ya me entienden ustedes… Todo este parasitaje reside en un país dado a parir y alimentar parásitos, porque nos hemos fabricado una dependencia de ellos a la que culpar de nuestros propios pecados. Y así cargar en su chepa las responsabilidades que solo son nuestras. Y ellos se lo cobran y se aprovechan.

Esa es la única, vergonzosa y puñetera realidad, la jodida verdad… pero, como Groucho Marx decía: “si no les gusta, tengo otras…

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ www.escriburgo.com miguel@galindofi.com