LA VACUNA
- Por miguel-galindo
- El 17/09/2020
Es tal el deseo y la necesidad de que se nos tire, desde algún sitio, el flotador de la vacuna coronavírica al que agarrarnos, tal la situación de insostenibilidad actual, que ya ni disimulamos en lanzar dudosas afirmaciones – incluso más falsas que dudosas – con el fin de tranquilizar al personal, aunque sea unos días, o quizá que tan solo unas horas, mientras la noticia va y vuelve, para que, al menos esta noche, se duerma con la esperanza de que este sinvivir se va a terminar pronto… Así tenemos que nuestro ministro de sanidad, Illa, afirma en un telediario que se espera que las primeras vacunas se dispongan para final de año, y tan solo en apenas dos días, la Organización Mundial de la Salud comunica que las primeras vacunas con las debidas garantías de fiabilidad no saldrán hasta bien mediado el año próximo, con suerte…
Pero es que luego viene la segunda parte: el reparto. La OMS ha propuesto que, mientras no haya para todos, se distribuyan en fases y de forma proporcional a la población de cada país: un 3% en una primera oleada, lograr inocularla un 20% en la segunda fase, llegando al 60% de la población en la tercera… Con ese porcentaje quedaría lograda la conocida por “inmunidad de rebaño”, con un frente vacunado cubriendo (y protegiendo) a los que aún no lo hayan sido… Claro, los países más densamente poblados se llevarían la mayor parte de las vacunas, y el problema estaría en que no todos los países están siendo golpeados por igual por la jodida pandemia esta…
Así que, el plan B sería empezar por los más expuestos al virus. Otra historia a plantearse es el orden de vacunación dentro de la población de cada país. La OMS aconseja que la marque la exposición al virus y los de mayor morbosidad al mismo, o sea, los agentes sanitarios, asistenciales, etc. Y las personas mayores, los de patologías previas, etc… “Probablemente así es como los países deberían aplicarla internamente”, es la recomendación oficial del responsable de Ética Médica del organismo en cuestión. Obsérvese ese precavido “probablemente” que expone con claridad que lo recomendable no es lo posible. Pueden existir, de hecho existen, intereses económicos que pueden alterar, y lo van a hacer, la secuencia de los acontecimientos. Existen sectores más imprescindibles que otros, como sectores más prescindibles que la mayoría, y eso resulta inevitable, y si me apuran, hasta comprensible, sin querer llegar más allá… Luego hay otra cosa: en un contexto de países ricos y países pobres, ¿usted cómo cree que se hará?..
Junto a una veintena de ilustres colegas, Ezekiel Emanuel, al que me refiero en el párrafo anterior, han publicado en Science un artículo conjunto que destaca los riesgos que, a juicio de todos ellos, contienen los modelos planteados hoy para cuando llegue el reparto de una vacuna aún por venir. Y alertan de lo que ellos llaman el “nacionalismo sanitario” en que los países con ciencia y tecnología suficientes, o dinero bastante para pagarlas, están amagando ya para acaparar la producción. Y menciona la polémica entre Francia y Sanofi, una farmacéutica gala, por sus negociaciones con EE.UU., como ejemplo de ello.
Este grupo aconseja un modelo apoyado en tres bases: Priorizar donde se puedan evitar más muertes prematuras y secuelas graves, tener en cuenta el impacto social y económico que la pandemia está teniendo en determinados lugares, y guiarse por un principio de igualdad radical, con igual preocupación moral por cada pueblo y persona… En el texto han intervenido expertos en ética sobre salud pública, en ética social, ética económica, filósofos, analistas, pensadores, etc. Sin embargo…
…Los antecedentes históricos no van a favor de esta tesis. Con la pandemia de la Gripe A, en 2.009, que mató a 300.000 personas, se logró una vacuna en 7 meses – sietemesina – pero los países ricos se quedaron con todas las primeras producciones. De haberse repartido en base a principios solidarios, sin duda alguna que la cifra de muertes global se habría reducido considerablemente durante todo el proceso. Por eso, cuando se dice que ante la muerte ricos y pobres somos iguales, yo suelo matizar para que no haya equívocos: mentira, antes de la muerte no somos iguales, y después, espero que sí lo seamos…
Ahora, en esta ocasión, la OMS y otros organismos intentan que haya acuerdo internacional vinculante… Como respuesta, el podenco de Trump ha sacado a EE.UU. de dicha organización mundial. “América, lo primero”, escupe su cerebro de lagarto… Los ingleses, con otro mandril en el trono, siguen obedientes a su excolonia. Rusia es un palacio sin zar pero con fantasma. Y los demás andamos andamos tan escasos que solo compramos en los chinos… Así que seamos cautos, y calculemos. Quizá necesitemos los diez dedos de las dos manos para echar un cálculo aproximado… Y yo creo que hasta ahí, al menos, sepamos contar, ¿no?..
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ
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