LAS APARIENCIAS ENGAÑAN
- Por miguel-galindo
- El 16/01/2019
En la novela clásica de Miguel de Unamuno, Todo un Hombre, de la que se hizo una, ya antigua, película, protagonizada por Lucía Bosé y Paco Rabal, un hombre rico, hecho a sí mismo en las más duras circunstancias, despreciado y enfrentado a los nobles personajes hipócritas de su época, pero admitido en sus élites a regañadientes por su dinero, se harta de decir “es lo que quiero”, “porque así lo quiero yo”, “lo quiero, y basta…”, pero nunca, jamás, en ningún momento, “así lo mando”, “así lo ordeno”… Y toda la obra está basada en establecer la enorme diferencia que hay entre ambos asertos, a pesar de los esfuerzos de todo el mundo por querer dar a entender que es lo mismo querer que mandar. Y no lo es…
Nunca niega el protagonista del libro que siempre consigue lo que desea, pero siempre niega que imponga su voluntad. “Si yo compro voluntades – dice – es porque siempre hay voluntades que se venden. Yo solo compro lo que me ofrecen, pero a nadie obligo a venderse”. Muy cierto. Con su dinero adquiría poder, estatus, posición, en una sociedad decadente, caduca y podrida, que vendía parte de sus privilegios. Y no negaba tal evidencia, él solo decía “quiero esto” y la gente se lo facilitaba haciendo uso absoluto de su libertad de proporcionárselo. Solo eso. Pero él no ordenaba ni mandaba nada.
Y eso es una verdad universal. Nadie corrompe a nadie, son las personas las que se corrompen a sí mismas dejándose corromper. El rico, poderoso, vendedor o comprador de privilegios, siempre estará ahí, y los seres humanos que se arriman a sol que más calienta y al árbol que mejor cubre, también están siempre ahí, rondando al potentado o al poderoso, pendientes de sus “yo quiero esto”, no de ningún “mando esto”, gustosos de servirlos a fin de arrimarse. Al poder del dinero o de las influencias, o lo que sea. Unos tienen los medios para comprar la mercancía que otros tienen para vender. Nada más que eso.
Pero eso es amoral, me dirán algunos… ¿Quién lo es, el que vende o el que compra?.. Al fin y al cabo es lo que hacemos todos, en mayor o menor grado, de una u otra forma, de maneras socialmente admitidas o socialmente reprobadas…
Por ejemplo, ¿qué es un contrato de trabajo?.. Un empresario contrata a un obrero por una nómina para que realice un trabajo concreto y determinado. El patrón manda y el obrero obedece. Ahí sí que existe el “yo mando”, y no pasa nada. Lo vemos como normal. Es una vulgar transacción voluntaria entre las partes. Vale. Sin embargo, en lo otro no existe ninguna nómina que sancione ningún acuerdo. No. Por lo tanto, aquí nadie manda nada, aquí funciona la ley mercantil de la oferta y la demanda. Unos piden, establecen su “yo quiero”, o demanda, y otros se lo ofrecen a cambio de un lo que fuere…
Así que el odioso personaje de Unamuno transmuta, como un alquimista, la dudosa potestad de sus actos en la plena legitimidad moral de los mismos. Él no obliga a nadie a hacer lo que no quiera, no somete, no manda ni ordena, ni siquiera lo pide… solo “quiere”, expone su deseo, y espera, espera a que alguno, o algunos, le sirvan lo que desea… Y como puede, pues quiere.
Lo sé… no es muy tranquilizante la consecuencia de aqueste cuento, maese Calleja. Pero es la realidad de este mundo. Es lo que hay, Garay… La moraleja del mismo es que descargamos nuestra conciencia culpando y demonizando al poderoso, vale, pero en ausencia de la violencia y en presencia de la libre voluntad personal, resulta más culpable el que se deja comprar que el que le compra… Es difícil de admitir, cierto, pero es fácil, muy fácil, de entender… ¿A que sí?..
El próx. Viernes, 18/01, a las 10,30 h., en radio T.Pacheco, FM 87.7: 7, LAS PALABRAS.- Lo que no nos damos cuenta, pero está ocurriendo.