LAS COSAS, COMO SON.

El otro día nos recreábamos tres amigos paladeando el aroma y sabor de unos Flor de Jamaica, y charlábamos sobre lo que está pasando en este país, sobre lo que no pasa aun debiendo pasar, y sobre lo que la gente siente de impotencia con respecto a la política y de sus políticos… Y lo peligroso que es que el personal esté desengañado de ellos, que abomine de la política y se sume en la decepción, una decepción que se traduce en abstinencia, una abstinencia que fortalece lo peor de la democracia. Tras las últimas elecciones, se palpa un clima de rechazo y derrota, de aburrimiento y entrega, al ver que los cuatreros se han vuelto a apoderar del rancho con todos sus caballos y ganado (nosotros somos las reses), y que se han hecho con el poder, pero haciendo pedazos las posibilidades de gobernar.

            Ese clima es muy peligroso, ya que deja el terreno libre al populismo y los nacionalismos, donde los iluminados y salvapatrias hacen su nido. El desencanto lleva al suicidio, y aquí está empezando a pasar, y se comienza a palpar. Uno de los interlocutores se estaba empezando a preguntar a sí mismo, defraudado y pesaroso, de qué servía votar, y nos trasladaba al resto la pregunta en busca de una respuesta razonada… “¿Para qué votar, si el voto ya está secuestrado previamente por los partidos?.. “Para qué hacerlo, si luego va a parar a los votados mayoritariamente?”, “para qué votar con esta manipulación de tu libertad de voto?”… “Habría que cambiar el sistema electoral entero, y ningún sinvergüenza de estos lo va a hacer, porque a ninguno le conviene”, razonaba con toda la razón del mundo. Con esta Ley electoral, ¿por qué, y para qué votar?..

            Y sí… es cierto. Es verdad que es un sistema, perverso y pervertido, ideado para que mediocres y aprovechados se perpetúen en el poder dentro de una semidemocracia tutelada. La Ley D´Hont, que solo beneficia a los más votados en detrimento de los menos, debería anularse al mismo tiempo que instaurar una segunda vuelta. Resulta mucho más justo. O eso, o dar directamente paso libre a las listas abiertas, eliminando el monopolio partidista. Mientras no sea así, los votos están raptados, y los raptores no los van a liberar gratuitamente… En realidad, les importa un bledo el estado del Estado, mientras ellos conserven sus parcelas de poder. Y en eso se apoyaba mi amigo con toda la lógica del mundo… Así las cosas, ¿para qué votar si no podemos cambiarlas?.. El razonamiento, en principio, resulta impecable.

            Y es impecable, porque en las urnas no se puede, si no aparece un partido que se comprometa a cambiar las cosas si se les vota. Y eso es dudoso. Primero, porque ninguno está dispuesto a aligerarse de bolsa una vez obtenida, y segundo, porque, si lo hubiera, puede hacer como Albert Rivera, cambiar de chaqueta nada más subido al palo del gallinero. Y los votos nulos, en blanco o abstenciones, solo benefician a los trileros que hay medrando del cuento… que son los que se votan a sí mismos a través de sus inasequibles y ciegos secuaces más o menos en nómina… Nada que objetar, pues, a su desencanto.

            …Sin embargo, en democracia, el pueblo puede hacerse oír de muchas maneras. ¿Qué les parecería que la gente empezara a tirarse masivamente a las calles, en todos los pueblos y ciudades de España, al unísono, tras pancarta única: “No a la Ley d´Hont, Sí a las Listas Abiertas”?.. o a la Segunda vuelta?.. Un día tras otro, continuamente, como las madres de la Plaza de Mayo bonaerense, cansina pero constantemente, dale que te pego… Aquí están más que justificados los paros, o incluso la huelga general… Nos estamos manifestando un día por esto y otro día por lo otro, y no quiero desvalorizar las razones, pero, ¿es que esto no merece la pena?.. Naturalmente que sí, que merece todas las penas. Y claro que se puede lograr, por supuesto que sí… Solo tenemos que querer todos.

            Y aquí es donde digo yo que en este país no estamos concienciados aún. Al menos, suficientemente concienciados. Y los que pensamos y sentimos así somos muchos, muchísimos más, que los del voto esclavo… Entonces, ¿por qué no manifestar esa inmensa mayoría en la calle, ante los mismísimos morros de nuestros desaprensivos políticos actuales?.. Esto, también es democracia. Lo están haciendo en muchos países, miren un telediario… Cuando el sistema secuestra la voz del pueblo, el pueblo toma la calle para hacerse oír. Y si las urnas no escuchan, hay que gritarlo fuera… Pero, amigo mío, al menos de momento, aquí, en ese sentido, nadie se mueve… Las cosas, como son.-      

 

Envíe su petición a miguel@galindofi.com facilitando su e.mail y le serán enviadas gratuitamente estas publicaciones