LAS MONEDAS DE JUDAS

 

Francisco, el Papa honrado, va a poder con casi todo y reformar cualquier cosa o caso menos una y cuanto se relacione con ello: los dineros de la curia. Hoy choca frontalmente con una resistencia vaticana dispuesta a no perder sus privilegios… yo diría que satánicos privilegios. Lo más cruento de la Iglesia siempre ha tenido que ver con las perras. No solo la historia del papado desde su antigüedad está bañada en sangre y en oro, si no también en la más reciente era moderna. Dese el asesinato de Roberto Calvi, el banquero de Dios, la Logía P2, a la violenta expulsión de Ettore Goschi, la misteriosa muerte intramuros vaticani de una joven prostituta al servicio del Colegio y la de un capitán de la Guardia Suiza, la de… hasta los documentos escapados y publicados, todo, absolutamente todo, tiene que ver con el lujo y el poder económico, absoluto y desmedido, de su sagrada curia.

 

                El año pasado, existía un agujero negro en sus sistema de pensiones de mil millones de euros. Habían desaparecido… Un año antes, del dinero obtenido para obras de caridad del Papa, el conocido Óbolo de San Pedro, 50 millones de euros, solo 14 llegaron a tal finalidad, el resto se esfumó como gastos curiales… El Vaticano aún guarda en la reserva federal estadounidense más de 30 millones en lingotes de oro, de oscura y dudosa procedencia (todo apunta a la Mafia). Los sobres bolsillieri por “fabricar” un santo o santa en la factoría canonizadora de la Iglesia llega a los 500.000 euros, y nadie sabe los porqués ni los paraderos de esos dineros… y un etc. más largo que los dos mil años de catolicismo.

                Los libros de cuentas desclasificados por Francisco hablan de lujosos apartamentos como el de Tarsicio Berttone de muchos cientos de metros cuadrados y un servicio personal de monjas, enormes fiestas privadas, etc., costeado con dinero destinado a hospitales infantiles, por ejemplo concreto. No puedo evitar de acordarme del de nuestro Rouco Varela, aquí, en Madrid… Como las contínuas e ingentes cantidades que son desviadas continuamente de instituciones religiosas a los bolsillos escondidos de las rojas sotanas… O las acciones financieras invertidas en la fábrica de armas Baretta, italiana… O…

                Alguien dijo alguna vez que la Iglesia es el mejor negocio del mundo. Una recogedora de dineros sin igual y sin pagar un solo impuesto por nada ni para nada. Igual en esta definición reside el busilis de la cuestión. Lo de una Iglesia pobre de los pobres y para los pobres es un invento tonto, una inmensa y gigantesca mentira, y un sueño quimérico del buen Francisco. Pero la realidad es que la Iglesia se ahoga en su propia riqueza. Muchas veces acumulada, muchas veces robada riqueza. Son sus cientos, o miles quizá, de millones de seguidores ciegos, abducidos, ilusos o comodones, los que alimentan continuamente sus arcas en nombre de un muy mal entendido cristianismo.

                Un Papa puede hacer bien poco él solo ante tan monstruoso engaño. Mientras los creyentes apoquinantes, misafacientes y bienpensantes no se den cuenta que las treinta monedas de plata es su santa tesorería y que Judas es su propia Iglesia, todo seguirá igual. Porque no es lo mismo predicar que dar trigo… No, nunca lo ha sido.

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ – www.escriburgo.com