LECCIÓN

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El alcalde de un pueblo de Cádiz (lamento no haberme quedado con el nombre cuando dieron la noticia en un informativo) de Unidos Podemos, ha votado SI, junto al PP, para que a la Virgen del Rosario, patrona de la villa, le sea concedida la medalla de Hija Predilecta, o Vecina Ejemplar, o Paisana Ilustre, o esas cosas ñoñas que se hacen cuando se hacen, muchas veces sin saber el significado de lo que hacen…

 

                …Y, claro, ha saltado el chispazo y el chistazo. Y los comentarios jocosos. Y malintencionados. Y el cachondeo fino, como el fino La Ina de esas tierras. Y el destilado puro de colmillo retorcido, que para todos los gustos hay comentarios. Nada menos que los podemitas asaltacielos condecorando a una Virgen. Aquellos que quieren prohibir las procesiones poniendo medallas a las que sale en ellas… ¡¡ Ánde vamos a llegar !!.

 

                El alcalde, y jefe de la partida de fachizquierda, lo justificó ante los medios con muy pocas palabras y con toda la claridad del mundo: “es lo que quiere el pueblo, no es lo que quiero yo, y yo me debo al pueblo”. Es un pueblo de apenas seis mil habitantes, y más de cuatro mil quinientas habían firmado pidiendo tal distinción, así que… “qué puedo hacer yo?, ¿oponerme?..” . La verdad es que es un razonamiento impecable. Aplastante. Y, lo cierto, es que merece echarle una pensada sincera y desprejuiciada, si es que se puede hacer eso en este país. Pero encierra una certeza política como un templo.

 

                Aquí tenemos a un alcalde que se debate ante esta tremenda incongruencia. El ser fiel a sus propios fundamentos, y ser leal consigo mismo, o ser fiel a su pueblo y someterse a la voluntad de la mayoría de sus conciudadanos. Si no lo hace, es consecuente con su credo, sí, pero incumple la base del mandato democrático: servir a su pueblo. Y si lo hace, ha de ciscarse en sus personales convencimientos y traicionar sus propios principios.

 

                Si lo meditamos, es un dilema que se presenta todos los días en todas partes. Tenemos ediles que quieren borrar a Cristóbal Colón del mapa, o ya digo, prohibir las manifestaciones religiosas, o se afanan al borrado de nombres en calles y plazas, e imponer a la mayoría de la ciudadanía lo que ellos piensan y sienten, sin consultar con ellos nada al respecto. Esos son los que dicen servir a la más pura democracia… Y luego tenemos a unos pocos, muy pocos, de éstos, como el del pueblo gaditano.

 

                Si quieren mi opinión, yo creo que el que quiere ser fiel a lo que piensa a toda costa y pasando por encima de lo que sea, no debe meterse a político, pues puede encontrarse con que los que le han votado no piensan estrictamente igual que él, y, entonces, ¿a quién ser fiel?, ¿a sus votantes, al partido, a sí mismo?.. así que mejor se quede en ideólogo, pero sin hacer política.

 

                Otra cosa es el colectivo que vota lo que vota, y luego es cofrade acérrimo y a muerte de cualquier cofradía. Deberían hacérselo mirar. Pero ese es el pueblo, el país, que tenemos. Que estamos hechos de incoherencias y cosidos con contradicciones. Así que si se sirve a ese pueblo, hay que ser menos de uno para ser más de otros… O comprometerse a educar y culturizar a ese pueblo, o sufrir sus consecuencias cuando uno toca poder… Vamos, digo yo…