LEY Y DEMOCRACIA

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No es lo mismo, pero se complementan. No es igual, pero se necesitan. Si la ley no se apoyara en la democracia, difícilmente se podría impartir justicia (fíjense en las leyes impuestas por dictaduras), y si la democracia no descansara en la ley, difícilmente podría impartir equilibrio (observen cualquier democracia que aplique leyes laxas, donde solo existe el desgobierno), y el desgobierno solo puede llevar a precisamente todo lo contrario: a la dictadura. Por eso Podemos, por ejemplo, defiende un régimen como el de Maduro, donde la dictadura dicta – nunca mejor dicho – leyes injustas que justifican la más dura represión por parte del Estado. O existe una justicia que asegure la democracia, o existirá una dictadura que asegure la injusticia.

            Aquí, en España el mejor ejemplo lo tenemos, y lo tendremos por un largo tiempo, en el asunto catalán. Vamos a caer, aproximadamente en otoño, los juicios sobre los principales políticos nacionalistas que hoy ocupan los primeros puestos del ránking en las últimas elecciones, pero que son reos en delitos de malversación, sedición, y quizá también rebelión, según los códigos penales y civiles de cualquier sistema de justicia democrática, no solo española, si no de cualquier democracia consolidada de Europa y del mundo entero. Y que, a pesar de eso, la ciudadanía ha depositado en ellos los suficientes votos como para mantenerlos optando al poder, aún y cuando las penas que les pueden caer, desde Puigdemont, Forcadell, Oriol, y los 28 investigados hasta ahora, pueden oscilar desde los ocho a los treinta años de cárcel. Ya digo, aquí o en cualquier otro sistema de justicia de cualquier democracia… ¿Qué hacemos, entonces..?.

            Pues eso mismo, seguir aplicando ambos principios de justicia y en justicia, pero eso sí, teniendo en cuenta que el ejercicio legítimo de la política en democracia no puede estar, en ningún momento y bajo ningún concepto, por encima de las leyes… Pues si llegara a estarlo, entonces se pervierten esos mismos dos principios principales: tanto el de justicia como el de democracia.

            Así que sí, habrá que respetar sus derechos a optar a gobernar Cataluña, puesto que han obtenido la mayoría parlamentaria, aunque no hayan conseguido la mayoría de votos (es el fallo que tiene la Ley D´Hont, pero ley al fin y al cabo). Y es su privilegio, si así lo desean ejercer. Pero una vez juzgados y condenados por la justicia, habrán de cumplir con otra de las leyes: la de pagar por los delitos cometidos. Y si esa pena es inhabilitación de cargos, pues a la calle, y si esa pena es de reposición, pues que devuelvan lo robado, y si esa pena es de prisión, pues a la cárcel…

            La trampa, lerda y cerda, en la que ellos se basan, y que reclaman con toda su cara dura, es que por el hecho de haber sido elegidos no tienen que ser juzgados. Pero esa es la ley que aquí rigió – precisamente – cuando Franco (ellos se contradicen a sí mismos) y es la que rige en las peores dictaduras, modelo Maduro, o sea, leyes que suponen las más flagrantes injusticias.

            Y lo peor de todo es el insulto con que esos podridos políticos ensucian al pueblo, que es investir su democracia de la más burda dictadura, e intentar imponer sus propia dictadura para cargarse la auténtica democracia. Por eso mismo, pese a quien pese, y pase lo que pase, el Estado habrá de arbitrar, inflexiblemente además, ley y democracia, dónde, cómo, y cuándo toque…