LIBERTAD, ¿DE QUÉ..?

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El otro día, en nuestro habitual programa radiofónico de La Pinza, nos embadurnamos nada menos, que con la “unidad de mercado y la libertad de comercio”. Con nuestros invitados expertos en la materia, naturalmente… Visto así el enunciado, acojona un poco. Parece como si confundiéramos la emisora del pueblo con el paraninfo de económicas de la universidad de Yale, por ejemplo… Pero luego, cuando vas vulgarizando el tema a nivel de calle, que el ciudadano lo siente como familiar y cercano porque le hablas en lenguaje doméstico, entonces, se produce el milagro de Facebook Live, y a los seguidores los ves registrarse por cientos…

            Y si algunos pocos de esos cientos empiezan a entender que la libertad de mercado se defiende desde su propia casa, desde su propia cocina, desde sus propias decisiones individuales de compra, no sometiéndose a ciertas prácticas que van dirigidas y encaminadas a dominar el mercado, pues, con eso, nos daremos por satisfechos. Si la libertad de mercado no beneficia a los consumidores, no es libertad de mercado, si no manipulación (esclavitud) de mercado… En teoría están prohibidos los monopolios, pero siguen existiendo con otros nombres y bajo otros camuflajes, y lo que es peor, se están uniendo en oligopolios, que, en definitiva, es la unión, asociación, de empresas con prácticas monopolísticas. Esta definición puede que sea complicada para algunos, y entonces hay que acudir a los ejemplos, que abundaron en el programa. Óiganlos ustedes, están grabados…

            Uno de los expuestos, de los más cercanos, fue el conflicto de los Taxis y de los Uber, cada vez más próximo al ciudadano consumidor. Si aplicamos el principio más elemental de que sin competencia no existe libertad de mercado, como no existe libertad de mercado si no existe libertad de elección por parte del consumidor, las organizaciones del Taxi están minando esa capacidad y derecho a una libre competencia. Podremos entrar en otras consideraciones de libertad de comercio y empresa, que se violan igualmente cuando se monopolizan los productos y los servicios. Destruyendo el derecho a la competencia… ¿Acaso han preguntado la opinión de los usuarios en este conflicto?.. NO. Aun siendo el principal y único afectado por el mismo. Y dejémoslo ahí, aunque existen bastantes más razones…

            Si volvemos a ver el no menos mediático conflicto de los conocidos por “chalecos amarillos” en Francia, como otro ejemplo, seguro que un alto porcentaje pensamos que sus reclamaciones se basan en un mayor sueldo para hacer frente al coste de la vida en alza constante… Pues nos equivocaríamos. Lo que se exige es casi que lo contrario: que se bajen impuestos y frenen la subida del Ipc, precisamente para que sus empresas no les tengan que subir el sueldo, y así puedan seguir siendo competitivas sin tener que echarle mano a los Eres. De esa forma, todos podrán conservar sus puestos de trabajo mantenido su poder adquisitivo, que es de lo que se trata y realmente importa, en definitiva…

            Cuesta un poco entender que mantener los sueldos puede ser mejor que subirlos para el que los cobra, pero es una matemática económica, pues la espiral de la subida del costo de la vida se produce precisamente por eso, y castiga más duramente al aparentemente beneficiado por ello. Es la ley de la economía de mercado: yo amaso pan para una panificadora, cuánto más cobre yo, más caro cuesta el pan que comen los míos, y como se añaden impuestos al consumo, al final el pan me cuesta más que mi subida…

            …Y no hay que hacer un máster para llegar a entenderlo… Lo sencillo se suele vestir de complicado para que la gente no se moleste en entenderlo, esa es la clave y la estrategia. Los chalecos amarillos franceses sí que lo saben…

El próx. Viernes, 15/03, a las 10,30 h., en radio T.Pacheco, FM 87.7: 7, VEJEZ - Reflexionemos