LIBERTAD Y RESPETO

 

No hace mucho, leí una frase de lo más inteligente, a la vez que dura y realista: “todos somos hipócritas, lo importante es que no seamos cínicos”. Me tomé buena nota de ella, pues sabía que, tarde o temprano, le llegaría su turno para ser destripada en alguno de estos… ¿digámosle artículos, por llamarlos de alguna manera?.. La verdad es que vivimos una época extraña, de contrastes, donde se mezcla la, no sé si bien llamada, libertad de expresión, por ejemplo, con un “buenismo” que, por otro lado, la coarta y restringe… o la otra libertad, la del librepensador, como una línea de pensamiento único que ciertos moralismos políticos intentan imponer: piense usted lo que quiera, amigo mío, pero cálleselo.

El caso es que existe una falta de respeto que, real o no, siempre anda de por medio. O bien no se respeta el librepensamiento, o bien lo que no se respeta son los convencimientos, o las fés, o las creencias de algunos álguienes. Y aquí tenemos el conflicto liado y servido… Y ya resulta imposible, llegados a estos términos, el anteponer un razonamiento lógico sin que una de las dos partes se sienta atacada por la otra. Enseguida se alza el derecho al respeto. Y si bien es cierto que debe existir, no es menos cierto que se debe aprender a transigir, puesto que, si no existe el diálogo, tampoco puede existir el entendimiento. Y lo cierto y verdad es que se nota mucho en la ausencia de algo que debería de ser una máxima: “aquél que no respeta al otro, tampoco puede exigir ser respetado por ese otro”.

La cosa es que, cada vez más, se nota un crecimiento de… yo lo llamo “la educada intolerancia”. Foros públicos donde, poco a poco, lentamente, se vá exigiendo un pérfil a los colaboradores, concreto, definido, y, al final, extricto a ciertas normas, con excusa de la fidelidad a la siempre llamada “línea editorial”, y la exigencia del respeto debido a la filosofía de la casa. Una especie de jura de bandera. Usted es libre – se le dice – de colaborar o no, pero si lo hace, ha de seguir las siguientes reglas, etc., etc. Es una cortés invitación a someterse a censura previa, o marcharse. Impecable. Es como cuando uno dice o escribe algo sobre alguna cosa, y siempre hay quién se siente ofendido e insultado “en sus principios”, y se pide a los poderes públicos que imponga reparación o castigo. Es que, óiga usted, se ataca lo que yo creo más sagrado, o esta u otra sensibilidad, y exijo ser respetado, se dice… Pero no se dice que lo más sagrado para mí no tengo ningún derecho a imponérselo a los demás, como tampoco tapar la boca a sus opiniones.

Si el respeto no es mutuo, ni es respeto ni es nada. Tan solo es exigencia, intolerancia. Un respeto impuesto es un silencio impuesto… Y miren, a lo peor es eso mismo lo que se busca: el silencio, el usted se calla, el usted mutis y chitón. Cuando no existen argumentos con los que debatir, existe la dictadura para prohibir. La ley de la mordaza. Y, entonces, los derechos y los respetos se vuelven unilaterales, y circulan en sentido único, y se convierten en la cárcel de las libertades en nombre de una sola y determinada libertad. En este país estamos andando una regresión sutil, donde nuevos censores emplean nueviejos métodos de brillantes cadenas.

Y con estos métodos se consiguen un par de cosas, al menos: una pobreza intelectual y cultural inmensa, pues se eliminan las opiniones diversas y compartidas de los foros de debate (son foros de escaparate, pero no de debate), y una educación dirigida a lo unilateral y tendenciosa, donde cada cabeza de ganado acude a su aprisco a “comer” el pienso preparado a su caso y causa… Luego, después, a ver qué, o quién, consigue más reses para segar los otros pesebres y quedar en hegemonía. Eso, y no otra cosa, es lo que hay detrás de todo estos movimientos: un absolutismo precioso y preciso, como en una cirugía ilustrada. Se debe exigir más educación en las formas, claro que sí, pero no más flexibilidad en las normas, claro que no.

En los periódicos, en los foros, en todo donde se escriban y se expongan ideas, se debería admitir de toda traza, trazo y opinión, si bien que con educación. Los lectores sí que tienen el derecho a elegir, pero no hay derecho a que otros elijan por ellos; a que se coarte su intención y su elección… A mí, personalmente, me espantan los abrevaderos únicos y dirigidos, y prefiero los abiertos a todo pensamiento y expresión de tal pensamiento. Pero, por desgracia, veo que cada vez proliferan más los primeros y escasean los segundos. Aquí y allá dejan de publicarte, o te invitan a marchar, o te ponen trabas y pegas que suenan a inexcusables imposturas, pero que se sabe obedecen a estrategias con doble filo y doble fondo. Hay donde te lo dicen con claridad, sin disimulo, y hasta es de agradecer, joer… Yo, como otros, nos hemos abierto nuestras webs, y nuestros blogs, para, desde ahí, poder estar, y llegar hasta quién nos busque, y decirles lo que otros no quieren que escuchen, y aunque es una buena solución que no me disgusta, prefiero el debate, el espacio abierto, el pluralismo, allí donde se pueda opinar; lugares dónde te encuentren, no dónde te busquen. Sitios dónde se pueda leer también lo contrario a tus pensamientos, de otras plumas y de otros plumeros… Como prefiero discutir por libre a consentir por obligado, y que me llamen atrevido a mal educado. Pero está claro que hoy no se puede tener todo.

Pues, sin embargo, mucho me temo que lo políticamente correcto nos está labrando otros caminos por donde pastemos… Y, es curioso, pero el populismo derechista y el populismo izquierdista que coinciden en los fondos, también parecen coincidir en las formas, en las hormas y en las normas. Ahora no son apetencias, nos dicen, son “tendencias”. Lo que pasa es que esas tendencias nos las crean sutilmente, con unos sistemas educativos más herrados que errados, ya me entienden; y unos planes sociales, más uncidos que ungidos, a un cada vez mayor “panem et circus” aborregante, que no estimulante, del tira y topa p´alante

¿Qué fué de aquel iluso, Labordeta, que cantaba aquello de “habrá un día que, al levantar la vista, veremos una tierra que ponga Libertad”?.. Por eso mismo lo digo, compadres míos y de mi alma, por eso lo digo, por eso mismo…

Miguel Galindo Sánchez / www.escriburgo.com / miguel@galindofi.com