LO DE FÁTIMA

 Resultado de imagen de FÁTIMA

Se acaba de conmemorar el centenario de las apariciones de Fátima, con todo el honor, y la gloria, y el aparato, y el negocio (que también) que merece tal acontecimiento. Más, mucho más, cuando vienen rodeadas del famoso, ominoso, terrible y temible, Secreto de la Virgen a los tres pastorcillos, tres, como los reyes magos, como la trinidad… o solo a Lucía, que esto no está nada claro, que para eso la Iglesia lo ha procurado amordazar, monopolizar, secuestrar, manejar, y hacerlo tan controvertido.

            Se dice que si el manuscrito del Secreto es de ocho folios, otros afirman que si son catorce hojas, incluso se ha llegado a asegurar – y siempre desde fuentes de la institución – que son veinticuatro los folios. La confusión es grande en este extremo. Confusión elaborada a propósito, por cierto. Pero la verdad es que, ese trece de mayo de 1.917, el relato escrito de dicha aparición fue recogido en una sola hoja tamaño folio de apenas 25 líneas de texto, que fue entregado por el párroco del lugar al alcalde de Iría. Un cacho burro, por cierto, que amenazó a los pobres críos con freírlos en una gran olla de aceite hirviendo si iban hablando por ahí de milagro alguno. De ese documento se tiene constancia original y ha sido publicado en varios libros de diversos investigadores y diferentes ópticas.

            Y en el mismo se constata que la descripción que dieron aquellas criaturas del ser luminoso que se les presentó, no medía más de un metro de altura, la cabeza era calva y estaba dentro de una especie de bola (sic) que despedía destellos. Y que iba embutido en una vestidura de material acolchado brillante. Como verán, en nada, absolutamente en nada, se parece a la perfecta, hermosa e inequívoca imagen de Virgen que se nos ha facilitado. Si añadimos el detalle que, en ese primer escrito, no consta ni una sola vez la palabra “virgen”, si no la de “ser”… pues, blanco y en botella.

            Se sabe que dos de los pastorcillos murieron al poco de tal experiencia, y que Lucía fue forzada, sí, forzada, siendo una niña, a ingresar en un convento del que ya no salió en su larga vida. Como es cierto también que (obligada o no) a lo largo de su existencia escribió más partes del tal “secreto” que fueron entregadas a sucesivos Papas desde Juan XXIII acá, y que han venido siendo “secreto” a su vez de un sumario inacabable que no se puede desvelar por lo “terríbilis” de su contenido. Luego, que sí, que lo publico, o mejor no, que ahora solo una parte, y luego ya veremos… que si mira lo del atentado de Ali Agca (al que por cierto tampoco se le ha dejado hablar públicamente), que, ¡oh casualidad santa!, ocurrió un trece de mayo, y la monjica que desvió la trayectoria de la bala se llamaba Fátima…

            …Enfin. Quiero respetar a la gente de buena fé que deseen pensar lo que tienen derecho a pensar si así lo quieren, pero reivindico el mismo derecho y respeto a los que osamos darnos la posibilidad de pensar con otra lógica… digamos distinta. Una cosa es el librepensamiento y otra cosa es el dogma. Y es muy diferente lo uno de lo otro, créanme.

            Cien años dan para mucho. Libros de toda tendencia e investigaciones serias y fiables se han llevado a cabo. Muchas. Y se siguen haciendo. Para todos los gustos. Y sigue saliendo a la luz informaciones contrastadas, como siguen ocultándose otras en los ignotos archivos Vaticanos, no sabemos si contrastada o fabricada, porque para contrastar algo ha de ser investigado por diversas disciplinas, y no por la exclusividad de una sola e interesada. Por muy católica, apostólica y romana que se sea. Eso sería cuestión de fé, sí, pero no conocimiento.