LO DE SIEMPRE, COMO SIEMPRE.

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El flamante presidente empieza como terminó su alter ego antecésor… Con las medias verdades que hacen mentiras completas. El otro día lo ví montado en la barca, andando sobre las aguas y vendiendo las excelencias de un Mar Menor que, según él, está casi con el alta médica en la mano – hay que empezar a vender la temporada, que estamos a las puertas – y con unas declaraciones en la Siete de las que ponen la cara colorada. Que el Mar Menor está mejor que hace un año es una perogrullada, pues un año sin vertidos ya es algo. Pero eso de que los científicos le han asegurado que está como hace años no estaba… en fin, hay que tener mucho cuajo para soltarlo sin inmutarse.

                Dice que si el análisis se hubiera hecho este año, en lugar del año pasado, las banderas seguirían azuleando sus playas… Vale, el análisis puede hacerse tomando muestras de la superficie del agua, o del fondo marino. Y no es lo mismo. Seguro que no da igual. Digo más: si hoy soplara un levantico de esos, de los buenos, y se agitara ese fondo, la sopa puede aparecer otra vez… ¿o no?. Uno engaña o se engaña a sí mismo en función a los intereses que interesen, valga la redundancia. Pero jugar a falsear con las semiverdades y con las semimentiras, lo cierto es que, a mí al menos, me parece deshonesto.

                Debemos saber que el Mar Menor está en un punto crítico de saturación. Eso es lo que en verdad aseguran los científicos que lo están estudiando. Es como las personas ya alcoholizadas, que con una sola copa se emborrachan. Pues, a mal comparar, lo mismo, o algo muy parecido. O sea, que con un mínimo vertido que tenga, supera ese nivel crítico de saturación y ya la tenemos liada de nuevo. Y la clave no está en que se pasa, no, la clave está en lo que se posa… Se posa en el fondo, jode y daña un montón, pero la superficie vuelve a mostrarse guapa, clara y transparente… hasta la próxima.

                Lo importante es que tal sopa que ofende a la vista no ofende a la salud. No resulta tóxica a las personas, y que el Mar Menor tiene visitantes leales y visitantes de aluvión, y que a los segundos, que no a los primeros, es a los que puede, y de hecho es cierto, afecta directamente. Y todos lo sentimos mucho en el alma y en el recuerdo, y otros muchos más además en los bolsillos. Pero cuando uno ve a una primera autoridad regional vender tan burdamente lo que contradice la lógica, sabe que es peor, mucho peor, que haberle echado una buena pensada antes de soltar declaraciones tan ligeras, inmeditadas e irresponsables. Es que da vergüenza ajena, óiganme…

                Ante tamaña demostración de escenificada parafernalia, tengo claro que estamos ante un político de una pieza. Forjado en las jóvenes generaciones del mejor cemento partidista. Donde lo que importa no es lo que se dice, ni cómo se dice, si no porqué se dice. Y donde la cadena de mando, al menos al comienzo de la andadura, ha de funcionar perfectamente engrasada y sin la mínima fisura. Sépase de quién se es delfín hasta que el delfinario cambie de amo. Todo eso está muy bien…

                …Pero se nota claramente. Los numeritos montados en tiempo y lugar porque toca hacer lo que toca, son demasiado evidentes. Y las tonterías que se dicen, también. Podrían variar el surtido, y, si no se puede, o no saben, puesto que hemos cambiado alopecia por pilosidad, que se vea también el cambio en las formas, o en las maneras, o en los modos, ya que no en los fondos… en ninguno de los fondos.