LOS ADIOSES

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Despedimos el año con una marcada “querencia” de marcharse de casa, a sumar a las ya clásicas. Malquerencias que vienen de la genética histórica de este país, o que son inducidas. Me estoy refiriendo ahora a un León que quiere separarse de una Castilla. Un divorcio interno, vale, administrativo, bueno, pero divorcio al fin y al cabo. Que, aunque ambos dos siguen siendo del mismo país, ni el uno puede poseer al otro, ni el otro quiere ser poseído por el uno. Relaciones pasadas de cordiales a terminales, creo que se le puede llamar a eso…

            Naturalmente, no es comparable al caso catalán por un par de importantes razones: una, no quieren formar un país aparte, sino una comunidad aparte. Y otra, unos tienen razones históricas de base, y los otros razones histéricas de clase. Los primeros se basan en una verdad y los segundos en un cuento. Me explico: León y Castilla fueron fundados como reinos distintos y separados en su origen el uno del otro, y Cataluña perteneció al Reino de Aragón, y nunca nació como reino propio, más bien como un Condado dependiente… Hasta aquí, la Historia verdadera, no la falsa…

            Después, con el paso de los siglos, la política, los intereses y los bastardeos terminan por hacer con los territorios inventos artificiales y artificiosos, como juntar unas regiones, dividir otras, inventarse la mayoría de ellas… y, lo más sangrante, farsante y estúpido de todo: llamar comunidades históricas a las que no lo son, precisamente para beneficiarlas en un conciliábulo aparte, a costa de las que sí lo son. Ahí tenemos, por (mal) ejemplo, no solo las señaladas en el párrafo anterior, si no un Euzkadi que su dudoso valor histórico viene de la Corona de Navarra y que ahora quieren pintarlo al revés. Naturalmente, luego pasa lo que pasa. Que los legítimos Reynos que fundaron España como nación uniéndose entre ellos, ahora reclaman los derechos históricos que les robaron para formar otras historia falseadas e inventadas. Tal es el caso de lo que reclama León.

            Hay quienes opinan que lo de la Historia es una filfa que no tiene valor alguno, y que hay que estar en lo que hay que estar ahora, no hace quinientos años. Y suelen ser aquellos que, a la vez y al mismo tiempo, defienden las, “sus”, tradiciones a muerte y a sangre y fuego. Toda una incongruencia, pero en fin… así son las cosas aquí. Despreciamos la historia pero a la banda de mi huerto que no me la toquen, que viene desde el catapún… Y no podemos, no sabemos, o no queremos ver, que todos los que quieren escindirse de aquí, o de allá, todos, absolutamente todos, aducen siempre razones históricas… Si es así, que lo es, entonces habrá que buscar en esa misma Historia que se ningunea, ¿no?... Vamos, digo yo, claro…

            Y esa historia la tenemos ante nuestras inoperantes narices postizas a todas horas, y no la olemos – o no queremos - ni la vemos. Y es ese escudo llamado Nacional, que ondea entre los tres colores de esas banderas que nos colgamos de las protuberancias cuando “La Roja”, a un suponer, gana algo en algún lugar de por ahí… Y no son otros que esa media docena de reynos que formaron la unidad de España como nación. No los 17 abortos mal-engendrados y peor-paridos que nos han fabricado sin ningún fundamento histórico. España nació como país gracias a una federación de seis naciones (reynos) y ahora nos acojonamos hipócritamente si alguien pronuncia esa misma palabra: Federación. Curioso, ¿no?, y absurdo.

            Hablando de tradiciones, en Uganda, la tradición es despedirse con un eructo, y eso que allí hay pocas digestiones dignas de producirlos. Quizá por eso mismo hay quien se despide “a la francesa”, sin una mala ventosidad, y otros que más vale que cierren su culo y su boca. Aquí somos muy de eructos, si bien que como signos contrarios a la buena educación ugandesa… Aquí se hicieron las cosas al revés de cómo se debieron de hacer… Con el culo.

            …O sea, contrario a la lógica, al sentido común, y a la Historia. De forma y manera que hay tribucomunidades que nunca jamás fueron reynos, y ahora dicen serlo, como otros que sí que lo fueron y les mangaron el título para concedérselo a otros… e ineptos, ladillas y chupópteros varios a mogollón viviendo de ello tan ricamente, y empeñados en la rentable labor de que no veamos con claridad que todos somos producto de nuestra Historia. De la auténtica, genuína y verdadera Historia… No de la otra.

Publicado por MIGUEL GALINDO SANCHEZ en 23:33

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