LOS DE SANIDAD
- Por miguel-galindo
- El 31/08/2018
Leo en la prensa regional que los hospitales culminan el programa para facilitar el sueño a los pacientes. Y que más de trescientos profesionales velan por su descanso a través de tal programa al que han bautizado, naturalmente, “sueñón”. Para disponer la guinda a tan excelente noticia, aparece una fotografía de risueños participantes en el mismo, en la que se pueden contar once profesionales de la sanidad pública alrededor de un solo paciente. Un lujazo.
Todo en su conjunto, la noticia y la imagen, parecen estar calculadas para suscitar la impresión de que tenemos una sanidad pública de auténtica excelencia. De absoluta y barroca atención. Y de que los enfermos son pacientes vips en una Arcadia feliz y próspera de medios y atenciones en cualquier campo de la medicina pública. Trescientos profesionales para los trastornos del sueño, aparentemente una docena por doliente. Heroico y regio…
Pero luego tenemos una realidad de casos sangrantes que demuestran todo lo contrario. Una realidad obstinada hecha de dolor, sufrimiento e inhumanas listas de espera, e incongruencias brutales. Un código deontológico hecho pedazos ante una administración funcionarial y burócrata insensible. Casi sin sentimientos. Sé de un caso, cercano por lo querido y sentido, que ilustra a la perfección tan desgraciado ejemplo.
Una persona con un problema de salud grave, de primer grado, una complicación derivada de una documentada enfermedad marcada por intervenciones vitales, y que ahora sufre un problema con un no menos grave riesgo de septicemia severa. Antes del verano le dan cita para Agosto, y le programan una prueba nuclear previa para ver el alcance de su situación actual y estudiar las actuaciones a seguir. Como que se echa encima la fecha dada y no lo llaman para la prueba, contactan con el centro hospitalario donde habían de hacérsela (el segundo en importancia de la región) y le dicen que no tenga prisa alguna, ya que la cita es para Octubre, y sobra tiempo. Ante la lógica sorpresa de la familia, llaman al centro de referencia (el primero en importancia de la región) y allí le informan que no pasa nada, puesto que la cita es para el mes de Septiembre… Como verán, una coordinación catastrófica. Ante las naturales y fundadas protestas por tan desastrosa actuación (en sus documentos figura Agosto como fecha de la cita médica) se limitan a contestarles que “Ah, se siente… que es un error… y que son cosas que pasan”, y que adiós muy buenas… Y estamos hablando de un caso grave y de alto riesgo para el paciente.
Yo no sé si esta clase de denuncias servirán para algo. Creo que no. Y eso demuestra que nuestro sistema de salud no es, en modo alguno, lo que presume ser y lo que tanto se publicita y anuncia en todos los medios a su alcance. Porque esas noticias como la que comentaba al principio, tienen un tufo de publirreportaje cosa mala. Y que la administración del ramo presiona a esos medios para que, de vez en cuando, publiquen las bondades del sistema con palmas y panderetas, con épicos acentos en las cosas, o cosicas, que se hacen, pero ocultando el hedor de sus alcantarillas por las cosazas que no se hacen.
No dudo que cuando aparecen esas Cartas al Director en cualquier periódico, agradeciendo el buen trato y servicio recibido por un paciente por parte del personal de éste o aquel hospital, son reconocimientos sinceros y bien merecidos por unos profesionales con empatía y responsabilidad. Estoy seguro de ello. Pero no puedo evitar pensar que el sistema público de salud tiene unas cloacas que debería mirarse y eliminarse. Y que los esfuerzos tendrían que dirigirse, no en maquillajes y autopropagandas, si no en erradicar lacras sangrantes como las que están padeciendo personas como mi amigo y su familia.
Deberían de existir prioridades de asistencia y de conciencia, según la gravedad del caso. Lo demás es pura filfa. Que si bien está que se procure que la gente duerma bien, mejor sería que los responsables de estas otras lamentables actuaciones también pudieran dormir con la conciencia tranquila. Que creo que la tengan, claro…
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