LOS DEL 23-F
- Por miguel-galindo
- El 02/03/2017
Este 23 de Febrero recién pasado, hizo 36 años de aquel semifracasado golpe de estado. Yo digo que fracasó solo en parte, porque a partir de allí, la democracia en España empezó a frenarse y a ser más partitocracia. Pero bueno, eso es otra historia, otro tema… A lo que iba: que tres días después de la intentona, resucitaron lázaros. Según la “intracrónica” del excelente y decano periodista Manolo Vicent, al tercer día, entraron los del servicio de limpieza a poner aseo y órden en el hemiciclo tras la ocupación bárbara, y se encontraron con lo que muy bien podía ser un retrato robot y fiel del mundo oculto, a lo Iker Jiménez, de lo que fue un fallido alzamiento militar.
Lo primero que notaron fue lo del Bar de las Cortes. Donde sus señorías y los Vips se relajan, politiquean y negocian (o hacen sus negocios). Resulta que se habían bebido el bar entero, sin dejar una sola gota de nada, ni un jodido cuenco de panchitos, ni una sola botella… hasta el bote de las propias se llevaron. Además, la tapicería de los sillones y sofás de estilo isabelino fue destripada y vaciada de su relleno. La intención era encender una fogata en caso de que cortaran la luz desde el exterior… Esto es lo que esconden los uniformes: personajes de toda laya tirando a vándalos, métodos coercitivos, saqueadores bajo galones, forajidos y cuatreros que actúan como tales. Un golpista no es mucho más que eso. Destrozan lo que la mayoría se ha dado, lo pisotean, se llevan lo que les apetece e imponen la cualidad – que no calidad – de su fuerza. Nada más.
Y luego está la otra cara de la moneda. También. Cuando levantaron las alfombras llenas de porquería y removieron algunos muebles enmierdados del conocido Salón de los Pasos Perdidos, aparecieron, bajo moquetas y alfombras y tras esos mismos muebles, un montón de carnets del PSOE, del PCE, UGT y CC.OO. que, a simple vista, salían entre la basura que se barría. Eran las acreditaciones de los que, en esos momentos de asonada, podían comprometer a sus portadores, y que fueron escondidos a toda prisa. Correspondía, sobretodo, a periodistas y visitantes invitados de los partidos de izquierda, que intentaron protegerse desprendiéndose de ellos…
Instinto de supervivencia, sin duda alguna. Por nadie pase. Cierto. Es verdad. Pero aún y así, uno se pregunta si la conciencia, la honestidad, la coherencia de lo que se es y se siente, la pureza y honorabilidad política de cuantos hoy presumen (y viven opíparamente) de ser lo que son, pasarían la prueba del algodón del golpismo. Y, lo que es más importante, cuántos no sucumbirían a la chaqueta de dos forros. En nuestra guerra civil hubo muchos que cambiaron pañuelo rojo por camisa azul. Más de los que parece. Yo mismo conocí a algunos…
Pero sí, lo entiendo, humanum est, resulta comprensible. Sin embargo, me gustaría que en esta efemérides de este 23-F, pensemos sosegadamente que, en el hemiciclo que tanto presume de representar nuestras ideas y sentires, y defender nuestros intereses materiales e ideológicos, la realidad es que ni son todos los que están, ni están todos los que son.