LOS DOS MIL
- Por miguel-galindo
- El 27/08/2019
Este verano acamparon 2.000 indigentes ante el Museo del Prado, a fin de darse a conocer, de hacerse visibles como se dice ahora, ante la opinión pública, de que están allí, condenados por desheredados, pues muchos de ellos, la inmensa mayoría, mantenían una vida digna hasta hace poco (hoy la dignidad tan solo depende de un empleo o de una hipoteca bancaria). Yo estoy de acuerdo que El Prado no se merece tamaño espectáculo, pero es la realidad, como realidad fueron Los Fusilamientos, de Goya, que se guardan dentro. Fuera también hay fusilamientos.
Estos dos mil expoliados habían plantado sus tiendas frente al Ayuntamiento madrileño, pero el nuevo alcalde del nuevo tripartito derechuno, el tal Almeida del PP, ordenó desalojar por las buenas o por las malas. “Si no tienen pan, que coman bollos”, como dijo la ilustrada María Antonieta a los hambrientos de París… “Que les corten la cabeza” se quedó con ganas de imitar a la reina loca del país maravilloso de Alicia…
Una gran parte de los dos mil que el nuevo regidor mandó a tomar… bollos, padecen bronquitis crónica y problemas respiratorios graves por dormir a la intemperie los últimos años. Y es muy curioso, o resulta una triste coincidencia, o puede ser una casualidad (que es causalidad) que hace esos pocos años que su homónima pepera y entonces alcaldesa de la Villa y Corte, Ana Botella, vendiera a fondos buitre dos mil viviendas de protección social – precisamente dos mil – condenando a sus humildes inquilinos a la fría y dura calle.
Y como la ignominia desaprensiva de esta mala gente no se queda en los hechos, si no que vá más allá – siempre vá más allá – y puesto que su corrupción y la podredumbre de su hedor mancha y contamina cuanto poder fáctico toca, ahora, el Tribunal de Cuentas, una tribu más que tribunal, endogámico y nepótico hasta las cachas, ha dado la razón a la Sra. De Aznar. Que no se diga que los estómagos agradecidos no pagan favores… a la vez que se guardan las espaldas. Cuestión de intereses comunes.
Así que estos dos, tres veces, desahuciados por los munícipes sin conciencia, y escupidos por la propia sociedad sin trascendencia, creo que últimamente andaban (acampaban) ante la estatua de Velázquez, que siguen siendo los alrededores del museo. Han cambiado el cuadro de lugar, simplemente, pero no han cambiado de cuadro. Sigue siendo uno de la serie negra del maestro Goya, y es tan actual y real como históricos son aquellos.
Sin embargo, a la autoridad competente – cada vez más incompetente – le molesta esa visión. E intenta, con cierto éxito, que también le molesta a la ciudadanía. Así, pueden autojustificarse a sí mismos diciendo que actúan en interés del ciudadano. Una burda hipocresía, una finta ruin y rastrera. Pero así son los buenos fariseos. Yo provoco esa miseria y luego hago que sea molesta a las narices de los buenos ciudadanos, no a mi conciencia.
Cuando este artículo salga a la luz habrá pasado el verano, o si acaso el veraneo, y los madrileños que regresen de sus felices vacaciones los seguirán teniendo allí, ante sus cómodas narices. Y se acercará el crudo invierno. Los dos mil que ya no cuentan para nadie, aunque una vez sí que contaron, no sé si seguirán reivindicando justicia juntos, o habrá salido cada uno por su lado en busca de un chamizo, un cocherón, un puente, o un cajero donde guarecerse por las noches…
…Porque en este país, la injusticia, la insolidaridad y la sinvergonzonería seguirán captando adeptos a sus filas y vomitando seres humanos en el abandono y la desidia más abyecta. Y el resto, óiga, seguimos de fiesta.-
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