LOS MANTRAS

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En este país vivimos de mantras. Todo movimiento tiene el suyo, y parece que funciona. Y si les funciona será porque actúan como afirmaciones hipnóticas, por lo repetitivas. Importa poco que sean absurdas, o falsas, o hipócritas, es igual… aparentemente funcionan. Se usan a modo de letanía, de conjuro, de sortilegio, de agnusdéi, de amuleto, de escapulario, de detentebala… para todo, como aquel hongo milagroso de la posguerra que, con las boticas y los bolsillos vacíos, se lo pasaban las vecinas como curatodo de todo mal.

                El gobierno del PP tiene el de la “recuperación económica”. Que Europa nos advierte de riesgo por nuestro déficit excesivo, Soraya, desde su Santamaría, dice que bajará cuando se afiance la recuperación económica. Que los sindicatos dicen que el empleo que crece es precario y de baja calidad, se responde que los salarios crecerán con la recuperación económica. Que se recortan los servicios públicos de salud o educación… nada, una vez asegurada la recuperación económica volveremos a los índices anteriores. Que si se ha abandonado la inversión en investigación, o que los jubilados perdemos Ipc a chorro, o la enorme brecha entre pobres y ricos… todo se estabilizará cuando se estabilice la recuperación económica.

                El PSOE también ha encontrado su mantra con Pedro Sánchez, en “somos la izquierda”. Lo de arropar los nacionalismos separatistas es ser de izquierdas, porque lo de lo plurinacional es un invento de este tío Pedro, que es de izquierdas, y si se es de izquierdas, es asignatura obligatoria lo de la plurinacionalidad, como se le ha recordado convenientemente a Susanita tieneunratón… El apostar por la mejora económica internacional y procurar más puestos de trabajo, como el acuerdo con Canadá, el ser del mundo, ya no es de izquierdas. De izquierdas es ser de patio de corrala. El criticar a los que se jugaron el culo para legitimar a los de izquierdas en este país, es de izquierdas, y el compadrear y el justificar a un sangriento tirano como Maduro, también es ser de izquierdas. Por todo eso, no se olvide, encarnan a la izquierda pura…

                El mantra de los soberanistas es conciso y claro: “independencia”. Sus propuestas políticas, de izquierda también, claro, más avanzadas, evolutivas y revolucionarias, se limitan a ser republicano e independiente, por supuesto. Que la corrupción del 3% está en todos sus guisados, se responde que in-de-pen-den-cia. Que sus niños mimados se dedican a aterrar turistas, pues que eso, que independencia, nen… Que su más venerado santón, Pujol, fue jefe de una mafia de ladrones, pues se tapa con el grito (mejor, eructo) de independensi… ¿Cómo se oculta que el bono catalán esté valorado por las agencias internacionales de calificación como bono-basura?.. pues con la tapadera de la independencia. Que Europa y todas las cancillerías del mundo les están diciendo que nonis, catalanis… Todo se arreglará con la independencia.

                Enfín… no hay nada mejor que recogerse un buen mantra. Lo arregla casi todo. O, por lo menos, lo maquilla, y hasta puede conseguir que el muerto parezca vivo. Porque los mantras siempre acaban por arrastrar a los zombies… perdón, no sé en qué pensaba, he querido decir a la gente, a las personas que mutan la ese por ele y se convierten en personal. Genérico puro y duro. Y cuando somos individuos y nos convertimos en género, los mantras actúan como la levadura actúa en la masa. Por lo menos aquí, en este país, en esa nasió, en un estado que se ha quedado en mal estado…

                Oímos los noticiarios, leemos la prensa, vemos y escuchamos a nuestra mediocridad política, y desaparece Gürtel, y la corrupción, y el modelo Pujol de catalanidad, y el empobrecimiento general, y la insalvable desigualdad, y el asalto a las instituciones públicas por parte de los partidos políticos, y hasta la democracia si se tercia… Y ya solo queda la recuperación económica, la izquierda en su pureza y la independencia en su dureza… Y hasta podemos llegar a ser felices creyendo nuestras propias mentiras, nuestros embustes más genuinos, nuestros mantras más queridos… ¡qué gozada, mi brigada!..