¿LOS MAYORES?... ¡JÁ..!

Amnistía Internacional ha publicado un informe demoledor, y vergonzosamente cierto, en cuyo título va todo dicho: "Abandonadas a su suerte; la desprotección y discriminación de las personas mayores en residencias durante la pandemia". En ese trabajo, se denuncia a las comunidades de Madrid y Catalunya por "protocolos y prácticas que supusieron la exclusión de ingresos hospitalarios a los residentes e los geriátricos" entre otras cosas espeluznantes... Y abunda en que vulneraron, al menos, cinco derechos humanos elementales: a la salud, a la vida, a la no discriminación por la vejez, a la existencia familiar y/o privada, y a una muerte digna. Y aquí va incluída la mala práxis con que se trató a los ancianos.

Si lo pensamos bien pensado, tampoco resulta tan extraño. Ese mismo, y no otro, es el paradigma que tenemos de ello en los tiempos actuales, aunque presumamos de lo contrario, ¿o acaso no es así?.. Hubo tiempos en que a esos ancianos se les respetaba y admiraba por su capacidad de resistencia, por haber sabido pasar el testigo aún con todas sus dificultades, por su experiencia y sabiduría, por su vivencia en tiempos difíciles, por sus esfuerzos en mejorar nuestra sociedad, por cuanto hicieron por la sociedad, por lo que supusieron y el papel que jugaron en la colectividad, por su saber acumulado y aún por transmitir...

...Son nuestros mayores. Pero entonces, a la palabra "mayor" no se le asignaba el significado de ser más decadente, si no de ser más grandes... Hoy, sin embargo, no solo no los respetamos, si no que los desdeñamos y arrinconamos, los ignoramos con buenas, y falsas, e hipócritas palabricas. Ya no son los más sabios, si no los más obsoletos, los más anticuados. No almacenan experiencias si no "batallitas"... ¿Qué nos van a enseñar que nosotros ya no sepamos?.. y, por añadidura - pensamos sin decirlo - que su empeño en no morirse es una carga para la economía y ganas de joder la marrana... Ahora se practica el viejismo, o el edadismo, o lo que sea eso. Ya no se les conserva, honrándolos, en los senos familiares, para consultarles, si no que se insta a la sociedad y a las autoridades dónde aparcarles...

Y no solo es un absurdo prejuicio ese cambio de valoración, habido en apenas unas décadas, es que resulta una estupidez supina y de una falta de previsión ciega e idiota de la gente, ya que en esa misma ancianidad de "apartheid" acabarán todos y cada uno de los que hoy piensan así, que es, al fin y al cabo, la cuasi totalidad de hoy en día. Si Dios o un milagro del demonio no lo remedia, claro, y no lo veo yo por venir...

Fíjense los avisados que estoy escribiendo esto poniendo a los ancianos, a los viejos, a los mayores, a los ya deshechados, en tercera persona, situándome yo en el banco del nosotros... Que nadie me juzgue un falso querer ser jóven. Ha sido por una argucia retórica de ponerme con los que tienen la responsabilidad de tal irresponsabilidad, nada más. Demasiado sé yo que ya no soy de los que van de sobrado, si no de los que sobran...

Y quito aquí lo del estado ese de "adulto", que es una fase inventada - por eso es una interfase - para esconderse de las boberías de la juventud y de las baberías de la vejez. La "adultez" no existe en sí misma, salvo orgánicamente. Hay personas que tienen cuarenta y tantos y aún no han madurado, ni se les espera... como hay veinteañeros que ya lo han hecho sobradamente. Son las vivencias y experiencias (cuanto más duras, más maduras) las que forjan la responsabilidad en el ser humano. Por eso que hay tanto ser humano a medio ser (o a medio hacer)...

Así que, en la primera ola de la pandemia, se condenaron a miles de esos que lo dieron todo por nosotros, a tomar la puerta de salida, y en esta segunda se está haciendo lo mismo, si bien que más cauta y discretamente, no nos engañemos... Encaja a la perfección el informe de Amnistía Internacional con el cambio de percepción de la senectud en nuestra historia más reciente. Otra cosa, claro, es el discurso oficial y oficialista del guitarrista, que nos regala acordes mientras nos empuja a los bordes... Y discúlpenme ustedes el pareado, pero es que estoy muy cabreado...

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ