LOS MÍOS, LOS TUYOS...

Me llaman de la papelería de mi hijo: “que vengas, que tienes que dedicar un ejemplar del libro “El Teniente Galindo”.- Enseguida bajo, respondo, o eso creo… Es un conocido y amigo mío, militante de Vox, el que mantenía sonriente el libro de portada con la bandera republicana de fondo... “¿Qué creías, que no me lo iba a comprar?”… sinceramente, tenía mis dudas, la verdad, pero siempre existen excepciones, y aunque ésta sea una de esas que vengan a confirmar la regla, lo cierto es que tales excepciones, como las bruixas, haberlas, háylas…

Me pide que, por favor, en la dedicatoria le haga constar que es afiliado y fundador de Vox en el pueblo… ¿Y por qué no?.. Le gasto la broma (hay confianza para ello) de que a ver si aquello le vá a costar un disgusto con sus camaradas, si lo ven en su casa, o en sus manos,… ¡y dedicado por mí, además..!. Y me contesta con la misma guasa: “procura tú que no se enteren los tuyos que me lo has dedicado a mí, aún a título de amigo”… No te preocupes - le digo - si los tuyos llegan a leerlo, quizá se sorprendan, y si son “los míos”, quizá se decepcionen…

…Pues el libro está escrito como biografía histórica, no como ideología histérica…Pero se me quedó colgando del ánimo y del ánima lo de “los tuyos” y lo de “los míos”. Dos palabras terribles y temibles, responsables de enemistades, odios, recelos y guerras, y resultado del cainismo que nos habita… El comportamiento de mi padre, tras sus dos guerras, y la enseñanza que nos transmitió de su experiencia, fué que los seres humanos están por encima de cualquier ideología, tanto a nivel de lo personal como de cualquier otra relación… Y, por supuesto, en lo concerniente a la amistad… Sin embargo, desgraciadamente, ese camino lo andamos al revés, tirándonos piedras unos a otros, al contrario de lo que debería… O sea: yo siempre seré, o votaré, o defenderé, o justificaré, por encima de todo, pase lo que pase, y hagan lo que hagan, a “los míos”, y siempre atacaré, insultaré, injustificaré, no reconoceré y juraré enemistad a “los otros”, esto es, si no estás conmigo, es que estás contra mí; o no te trataré como amigo mientras tú correligiones con “los tuyos”. Estas son las actitudes que se están abriendo paso en la actualidad.

Yo, personalmente, claro, me niego a jugar a ese juego. No me presto a ser ni sentirme de nadie, ni de ninguna sigla o partido, hasta el punto de someter mi libertad de poder criticarlos si se lo tercia. Mi ideología… perdón… mi ideal, me permite censurarlos o alabarlos si así lo creo, igual que no me permite justificarlos cuando la cagan, o dejan de ser lo que dicen que son. O presumen de serlo… No he jurado fidelidad a ninguna sigla, aunque sea la que se arrogue la representación de mi bandera… no sé si logro hacerme comprender.

“Es que, en realidad, tú no tienes ideología ninguna”, me achacan en un vano intento de insulto. Falso. Toda persona tiene sus ideas. Va en la naturaleza humana. La diferencia es que yo no someto mi libertad de juicio a ninguna ideología, tampoco a “la mía”. No me dá la gana. Mi libertad de pensar y decir lo que pienso y lo que siento es parte de mi propia ideología…no creo que sea tan difícil de entender, digo yo…

Confieso, eso sí que sí, que es una manera incómoda de afrontar la vida; que soy atacado por “los otros” y también por “los míos”, si no me someto al dogma partidario y partidista; admito que soy acogido por muy pocos pero que soy rechazado por casi todos; entiendo que mi soledad en compañía reside en la tierra de nadie, y que cada vez es más grande, árida y solitaria; y que andaré solo mi camino. Pero lo asumo a cambio de no tener que justificar ninguna tropelía por el hecho de venir de “los míos” o de tener que atacar cualquier gilipollez por el hecho de venir de “los otros”… Es posible que aún pueda considerar a algunos “de los míos”, pero eso no quiere decir que sean míos, puesto que yo no me considero de ellos… ni de nadie.

Las ideologías están construidas por los seres humanos, pero ninguna ideología construye a ningún ser humano. Por lo tanto, las personas, somos más y valemos más que las ideologías. Estamos por encima de ellas, no ellas por encima de nosotros… Y, sin embargo, no parece que sea así, porque nos comportamos como la servidumbre de las mismas, no como sus creadores… Lo cierto y verdad es que aún somos como aquellas tribus que se fabricaban sus tótems para luego adorarlos. No hemos avanzado mucho, la verdad…

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / https://miguel2448.wixsite.com/escriburgo / viernes 10,30 h. http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php