MALA GENTE

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Hay un pedazo de cernícalo por ahí, un tal Enric Blanes, ideólogo de la Asamblea Nacional Catalana, esa coctelera de cretinos y descerebrados alumbrada por los agitadores de le CUP, que se pone a decir, o mejor, a rebuznar, públicamente, que quienes votaron la Constitución de 1978, ya están casi todos muertos. Y con esa especie de eructo, justifica de forma y manera brillante su desprecio por las leyes que emanan de la misma. Según este fenómeno mental, las constituciones deben caducar cuando mueren los que las votaron, en virtud de tamaña estulticia, constituciones como las de Francia, Gran Bretaña, EE.UU… tienen que estar ya más echadas a perder que la Coralito.

                Me veo en la obligación de decirle a este genio (a ver si alguien se lo hace llegar, porfa…) que yo voté esa Constitución nuestra. Y como yo, casi todos los españoles y todos, todos, pero todos – porque así les convenía – los catalanes. Y que si entonces yo tenía treinta años y se podía votar desde los dieciocho, y hoy tengo setenta, saque cuentas si sabe, y vea que aún quedamos un buen montón de millones de personas en este país, y en el suyo, que, a su pesar, también es el mío, vivos y coleando, que votamos esa Constitución nuestra y de todos, y también suya aunque le joda y le amargue…

                Y es que alguien debería haberle enseñado a sumar y restar, unas matemáticas básicas y elementales, ya que no, y a la vista está, cultura, educación y respeto. Pero, puesto que él me da por muerto sin estarlo ni molestarse en acudir al Registro Civil, sí que eso me autoriza a preguntar a semejante cazurro dónde puñeta estaba él en el 78, cuando la inmensa mayoría de éste y su país, casi la totalidad como digo, votábamos esa Constitución de la que él se arroga su muerte al darnos por fallecidos a todos…

                Y me gustaría que le preguntase a los charnegos de sus ancestros, a sus padres o a sus abuelos, lo que de verdad es sufrir un fascismo y una dictadura. Conceptos que, en su ignorante banalidad del mal, él maneja con tanta ligereza, maldad, odio e incultura. Porque a lo mejor es que no lo sabe, pues si lo sabe, entonces es que su maldad es mayor que su ignorancia.

                Como igual me gustaría preguntarle, cara a cara, si tiene pajolera idea del hambre, sufrimiento, riesgos, persecución y privaciones que tuvieron que pasar aquellos a los que él tan asnalmente critica, que hicieron la Transición, gracias a la cual y a sus sacrificios, él ahora disfruta de un régimen de libertades que le permite decir las estupideces que dice, pero que, ni se lo ha ganado, ni, visto lo visto, tampoco se lo merece.

                Como también deseo transmitirles a todos los catalanes que aúpan a sujetos como este que, si ese es el jaez de los políticos que quieren tener para que manejen sus vidas y existencias, en modo alguno están legitimados para hablar del nivel de los políticos centralistes. Y mucho menos de democracia ni de libertades. No tienen ni puta idea. Ni siquiera moralmente. Lo primero que deberían saber los que hablan de lo que no conocen ni entienden, es el sudor, las lágrimas, incluso la sangre, que ha costado tener lo que ellos vomitan ahora y escupen… Hay que ser muy miserables… Mucho.