MILITANTES
- Por miguel-galindo
- El 27/10/2016
Nunca he sido militante de nada. Si acaso, simpatizante. Pero apenas si milito en mis propias convicciones, pues las ideas son cambiantes por naturaleza… mucho menos ser militante de una ideología, que solo sirve para atarte a los intereses de los que te utilizan. No. No quiero militar en nada. Que militante viene de “mili”, y yo la hice por imperativo legal… de frente, ¡ar!.. ¡media vuelta..!.. Ni hablar, que militen los ciegos, los que no piensan por sí mismos, los que necesitan ser mandados… es lo suyo. Pero yo, no.
Si ser militante es utilizar el insulto, la intimidación, la amenaza y la violencia para conseguir los fines de lo que no puede conseguirse mediante el ejercicio de la democracia, no quiero serlo de ningún modo… Si ser militante es ser usado para que se encaramen al poder por la fuerza del chantaje tipos como James Cobyn, Chávez o Maduro, Donald Trump, Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, y tantos otros macarras de la política, y servirles de apoyo, no, gracias… Si ser militante es reventar al derecho a la libre expresión de los que ayudaron a traer la democracia a este país, como lo de Felipe González, no, ni hablar… Si ser militante es querer obtener por la algarada lo que no se es capaz de obtener por las urnas, no, nada de eso… Si ser militante es negar y manipular la historia hasta el punto de vetar al mismo Colón, no, no quiero serlo, prefiero la luz de la cultura a la oscuridad de la ignorancia… Si ser militante es hacerle el caldo gordo a los Icetas y demás carcomas de este país, no, en modo alguno… Si ser militante es negarse a uno mismo la posibilidad de pensar por uno mismo, para convertirse en sicario del último movilizador de masas, pues no, no quiero serlo…
Los militantes son útiles para llenar mitines que si no, quedarían vacíos, aforos multitudinarios, plazas de toros de aplaudidores a la señal de los señores de la clá… Para jalear, poner ardor, color y calor a las arengas de sus líderes. Para que la composición coral salga vendible a los medios informativos y en los telediarios. Para las algaradas intimidatorias y las violencias callejeras. Y para esperar recoger algunas migajas que caigan de la mesa de los señores.
No… Yo prefiero ser votante. Primero, ejerzo mi libertad en mi madurez personal. No me sujeto a proclamas ni a consignas demagógicas. Los premio o los castigo en las urnas, según mi libre entender y mi libre conciencia. Yo me mando, pero no me mandan, ni me ordenan a quién tengo que votar y a quien tengo que atacar, amenazar, insultar o violentar, como un vulgar sicario que, encima, uso la cobardía de la capucha… Y segundo, los votantes somos los que en realidad decidimos, los que en verdad ponemos o quitamos a los que, luego, ¡qué cosas!, usan y utilizan a los de las bases para sus propios fines, pero a los que después otorgamos nuestra confianza o se la negamos nosotros, los votantes…
Porque esas bases militantes y militarizadas son el 0,04% de todos nosotros, los votantes. Mal que les pese… Y hay que ver qué incongruencia más curiosa: para ellos poder subir su porcentaje, los votantes hemos de seguir abandonando a su partido, como hasta ahora, y por el contrario, para convertirlo en un partido fuerte y puntero, ellos se convertirían en una insignificancia aún más insignificante de lo que ya son… Que lo piensen, si es que saben de cuentas, y aún conservan capacidad e independencia de pensamiento.
Sí… Decididamente, prefiero pertenecer a los votantes, esa amplia base democráticamente convencida, a ser militante de un minúsculo ejército con el cerebro lavado por el amado líder…