MIS 4 MANZANICAS...

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Mi existencia está determinada por cuatro manzanas. Ahora mismo se las describo una por una con sus correspondientes porqueses, no se preocupen. También podríamos decir que estoy a cuatro manzanas de dónde, o de cuándo, salí para llegar a un destino al que apenas reconozco en realidad, que ni siquiera sé si se me ha quedado corto, o, por el contrario, es que me viene grande. Pero aquí estoy, a 4 manzanas de allí…

            La primera manzana que me metieron sí o sí, fue la bíblica. Una manzana en un árbol de un pretendido paraíso que lucía ofreciéndose como fruta prohibida, y que una casquivana Eva aceptó de una taimada serpiente. A los adanes nos fue dada por añadidura de la de la costura (la costilla). Siempre me atrajo esa manzana. Para mí es la manzana Sofía, la de la sabiduría, la del conocimiento, la evolución de la mente humana, la del libre albedrío, la de la cusa y el efecto, que son las consecuencias de nuestros actos, el juego del bien y del mal…

            La segunda manzana nos cayó a todos en la cabeza de Isaac Newton, e impulsó la ley de la gravedad, base de la física moderna, que ha permitido conocer y destapar las fuerzas que rigen el universo. Más conocimiento escondido, casi que hermético en su origen, que se abre al género humano gracias a una manzana que interrumpió la plácida siesta de un gran sabio. Otro pecado original desvelado por otra parte y por otra manzana, que seguro no fue caída, si no arrojada, por otra serpiente escondida, o por otra eva redimida.

            La tercera manzana tiene muchas connotaciones con la primera, porque es una manzana mordida por el bocado del moderno y actual conocimiento informático. La base de la comunicación vertiginosa entre los seres humanos. Me refiero a la manzana de Steve Jobs, la manzana con nombre de manzana, o sea, Apple… Su logro hace referencia a la manzana adánica, y es universalmente conocida, y corona la mayor empresa mundial del conocimiento – y rendimiento – en el avatar de las comunicaciones (la informática). “Seréis como dioses”, también nos sopló al oído la serpiente de nombre Internet…

            La cuarta manzana… Bueno, la verdad, la última manzana, es una simple y humilde manzana. Cualquiera de cualquier mercado, que viene en nuestra cesta de la compra. Una vulgar pieza de fruta de un escondido por desconocido manzano… Pero con un plus añadido (yo más bien diría restado) y es que esa vistosa y hermosa, lustrosa y atrayente, manzana, lo tiene todo menos su sabor a manzana. No sabe a nada. O bien porque viene del otro lado del mundo, recolectada a destiempo para que la tengamos a tiempo, o bien por el arte de la transgenia, o por vaya usted a saber qué serie de manipulaciones. Aquí, el demonio del conocimiento nos dá a probar manzanas que parecen ser lo que no son, porque no saben a lo que deberían ser…

            Este artículo de hoy me lo inspiró uno del distinguido Manuel Vicent, maestro de columnistas, al igual que Eva, o Newton, o Jobs, fueron inspirados por sus correspondientes serpientes magistrales. La flagrante diferencia está en que mi manzana es un triste coppy-pega de las esclarecedoras originales. Sírvame de disculpa mi motivo: compartir con todos ustedes cuánto sé y/o puedo llegar a entender. A mí ya no me queda tiempo de recolectar más manzanas. Con estas cuatro me apaño para el resto del viaje…

 

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