MITOMANÍAS

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A Cristiano Ronaldo, como a muchos de su condición, lo ha pillado el fisco distrayendo impuestos (robar al pueblo español parte del sueldo que el mismo pueblo le paga), pero él ha reaccionado de distinto modo que otros. Este diosecillo egóico, mito del malaficionado, se ha enfadado. Y se ha enfadado, primero, por atreverse España a reclamarle el impago de impuestos sustraídos, y segundo, porque los españoles no se tiran a la calle a protestar para impedirlo. Y como no se siente querido, ni mimado, ni idolatrado, ni adorado, amenaza con marcar sus goles fuera de este desagradecido e ingrato país. O mejor, chantajea con ello. Porque cree saber que nadie puede vivir sin besar cada semana su soberano culo.

                No es suya toda la culpa. Es cierto que es un tipo humano ególatra, egoísta y egomaníaco. Un yo gigantesco que solo se ve y se siente a sí mismo. Pero no es menos cierto que es un monstruo que hemos fabricado nosotros mismos, mitomaniacos por excelencia, halagándolo, glorificándolo y abstrayéndolo de todo lo humano. Y un enfermo espiritual y débil mental como él – sí, eso mismo he dicho – se lo cree, y está convencido que todo el mundo, todo, compañeros, presidente, club y babeadores comunes, le deben adulación y servilismo, en la salud y en la enfermedad, todos los días de su vida, como si de un sacramento se tratara y él fuese el sagrado dogma.

                Se retrata en cada gesto, siempre y en cada momento. Cuando marca un gol, dá un alarido de primate, de macho alfa que se yergue por encima de los demás como un tótem, señalándose a sí mismo con los pulgares… y si no se besa su propio ojete es porque se puede quebrar de su divina ingle en el intento. Dice públicamente que se le tiene envidia porque es el mejor, el más guapo, el más rico, enfin… Ahora cree que deberíamos pasearlo en trono procesional ante Hacienda, vestidos de penitentes flagelantes. Gloria al dios marcador y al sinvergüenza defraudador…

                Pero, ya digo, Ronaldo es producto de nuestra factoría de crear mitos. Andamos por ahí necesitados de mitos. En el deporte, en la canción, en el artisteo de medio peo… Son como espejos que solo se ven reflejados ellos mismos y en los que nos miramos nosotros, nuestros jóvenes mean agua del cármen y nuestras pequeñas crías quieren ser como ellos. Es la moderna idolatría mitomaníaca, la Virgen de la Pelota, el Cristo del Gorgorito…

                …Y ellos se cobran el diezmo de su idolatría en evasión de impuestos, ya puestos. Dá igual, es lo mismo, hoy acá y mañana allá, tontos de estos – piensan – abundan en todas partes. Aprovechemos mientras babeen pasta por nos…

                Pero aquí, en este país, en España, nacen y acuden al panal de manera especial. Es como una necesidad congénita, o algo así. Los fabricamos a cada paso. Por ejemplo, en una señalada capital de provincias se cae un ficus añoso en una plaza pública, e inmediatamente fabricamos y aireamos a los cuatro puntos cardinales de mi patria, como Manolo Escobar, la tragedia del ficus, y el consiguiente milagro del ficus, y ya de paso, los héroes del ficus, y, a poco que aupemos más, nos saldrá una Virgen del Ficus o así…

                Por supuesto, estos son mitos de hoy mañana, ídolos de quita y pon, hasta que salga otra cosa en la que seguir construyendo minimitos. Los otros no, los otros son ídolos con titularidad propia, mitos de placa y peana. Y a esos ídolos se les paga tributo de adoración y respeto, de admiración y elevación a los altares… ¡qué goles meten y qué bien nos roban!.. ¿Qué prefieren, la bendición o la maldición de Ronaldo?.. ¿Los goles, o la espantá..?. Eso digo.