NACIONALISMOS

  

Mérckel y Hollande alertaron en Verdún sobre el renacimiento de los nacionalismos. Hicieron bien en advertirlo, pero deberían de hacer algo más y mejor para evitarlos y combatirlos. Verdún es un símbolo. Una guerra que engendró otra más provocada por ellos. Que Alemania y Francia, rivales y enemigos entonces, sean aliadas ahora y lo recuerden juntos es bueno, muy bueno, pero deberían esforzarse por aplicarse el cuento de lo que está pasando hoy en Europa, y obrar en consecuencia…

                Nacionalismo hay en muchos sitios de esa Europa. En Cataluña, Euzkadi y varios lugares más que comienzan a colear aquí, en España. Y de nacionalismo, que no se nos olvide, viene “nazi”. Porque cualquier nacionalismo suele utilizar el falseamiento de la historia, el victimismo más enfermizo y malsano, y cualquier medio para sacar lo peor de cada ser humano en aras de un falso y falseado patriotismo. Los políticos nacionalistas son peligrosísimos, y nefastos, porque usan los regímenes democráticos para destruirlos desde dentro. Se aprovechan de las debilidades de las democracias para convertirse en cánceres de las mismas.

                Pero los nacionalismos tienen su caldo de cultivo en los populismos. Todos. Ningún nacionalismo crece sin una muy buena y bien alimentada base populista. Por eso mismo dicen los grandes filósofos que el huevo de la maldad está en los malvados, pero el nido donde se desarrollan está en la ingente cantidad de “buenas” personas que lo permiten, callan, incluso los acogen… El nazismo eclosionó en un desencanto popular generalizado, de una serpiente que silbó a los oídos de la gente lo que la gente quería oír, y le dejó poner sus huevos en el nido de su democracia. Fueron unos muchos los que avalaron y consintieron la maldad de unos pocos.

                Lo que resulta extremadamente curioso, es que antes los nacionalismos conectaban su naturaleza con las formaciones políticas de derecha extrema, y en la actualidad suelen hacerlo en formaciones políticas de la izquierda extrema. La filosofía es la misma, idéntica, pero ayer la defendían los fascismos y hoy lo hacen los izquierdismos populistas. Los partidos que antes eran abiertos, generosos, cultos, educados, universales y ciudadanos del mundo, ahora son mezquinos, incultos, ruines, ineducados, cerrados, obtusos y abstrusos, ombligueros y ciudadanos de patio de corrala.

                Los que son de mi edad lo hemos vivido, y notamos ese cambio, esa mudanza brutal, ese giro de 180º de los mismos vicios que antes levantaban el brazo y ahora cierran el puño. No podemos achacarlo a otra cosa que a la ignorancia inyectada insidiosamente en unas generaciones jóvenes inculturizadas que abrazan y aceptan esta extraña izquierda, anómala forma de entender la auténtica filosofía de esa misma izquierda… Pero, en el fondo de todo, posturitas, look´s y fotoimágen al margen, en el fondo solo queda el nazionalismo, el peor hijo del populismo…