NO ME CUENTEN CUENTOS

La negativa de Casado a la renovación del CGPJ (así como también a otros estamentos de gobierno) que ya va para casi tres años, resulta enfermiza, y no es de recibo, y se le está viendo el jopo a este PP demasiado… Miembros de la dirección del partido comienzan a reconocer su íntima incomodidad por el bloqueo, aunque la mayoría de la cúpula aún respalda esta absurda parálisis de las instituciones del Estado… Porque no se está defendiendo otro interés que el puro partidista, y se están perjudicando los intereses de los ciudadanos, y todo lo que se aduce cada vez abunda más en mentiras… se ha demostrado por lo sobrado que cambian de motivo como de camiseta sudada.

En un principio, hace 30 meses o así, cuando tocaba, la negativa se basaba a que no querían a Unidas Podemos en la mesa de negociación. El motivo era antidemocrático, pues UP, nos guste o no, está ahí por haber sido votado, y encima forma parte del gobierno legítimamente constituido, y hay que respetar las reglas del juego, también en política…Cuando la cosa empezó a dejar de sostenerse por la ilógica, entonces se sacaron otra pega que oponer: la negativa a que fuese nominado el juez De Prada. Así, con toda la cara, porque da la puñetera casualidad que ese juez es el fiscal que los estaba acusando en lo del caso Gürtel… Pero para Casado todo vale con el fin de poner palos en la rueda del Estado si eso jode al Gobierno. Aunque el motivo aludido sea cualquier cosa menos ético, como es el caso.

Y ahora se saca de la manga otra razón distinta: no facilitar la renovación judicial hasta que se cambien las reglas de juego, precisamente, de esa misma elección… Esta vez su motivo, más sutil y menos burdo que los otros, es que lo hace en defensa de la libertad de esos mismos jueces. Lástima que este mantra solo sea creíble – a conveniencia propia – por sus propios correveydiles. Está poniendo trabas desde el principio y pegas de trilero, para ahora, de golpe y porrazo, convertirse en adalid de la libertad… La falsedad de ésta, su última postura, se demuestra en que exige un cambio de normas saltándose la propia norma de renovación prevista por la ley. Y no se hacen así las cosas en un régimen democrático, si no al revés. Es todo lo contrario: primero cumpla usted con la ley, y después, si no le gusta, intente cambiarla. Existen formas establecidas para cambiar las leyes, pero el chantaje está excluido.

Y son en esas formas, en esas maneras, en lo que deben fijarse los ciudadanos a la hora de establecer su opinión al respecto. Entiendo que la gente no está lo suficientemente formada para entrar en el intríngulis de lo que se quiere o no se quiere, pero los modos que se emplean son todo lo opuesto a lo que un sistema democrático dispone… Se está invocando a la propia Constitución para justificar un comportamiento que es, cada vez más a las claras, absolutamente inconstitucional. Mucho me temo que Europa tendrá que intervenir y arbitrar una solución que corresponde a España hacerlo, y eso, para vergüenza nuestra, de todos los españoles que asistimos a este penoso circo, y lo consentimos.

Pero, en fin, para eso está la hipocresía, para utilizarla sin despeinarse… Últimamente he oído a Casado y sus boys decir que a esos mismos españoles no les preocupa un carajo lo de ninguna renovación, si no la factura de la luz (omite que fue Aznar, y luego Rajoy, los que dieron luz verde a las empresas energéticas para que hicieran de las suyas, si bien que el tontipavo de Zapatero dejó de hacer lo que debía), pero, bueno, utiliza la demagogia del precio de la luz para desviar la atención pública de sus malas artes… Y si la ciudadanía no se preocupa por el cumplimiento de los mandatos institucionales, entonces, “Houston, tenemos un problema”… Porque no cumplirlos, y no instar a hacerlo, puede traernos problemas mucho, muchísimo más graves, que el recibo de la luz, que ya es, ya…

Lo que pasa es que, con esta gran contrariedad, que lo es, resulta más fácil hacer oposición, y deposición también, y es una manera cojonuda de echar balones fuera cuando se les encara sobre su responsabilidad en lo del CGPJ. Quizá porque piensan que, tras ir cambiando de argumentario para su negativa, una, y otra, y otra vez más, ha dado, por fIn, con uno racional, y entonces se revisten con el ropaje de la institucionalidad, cuando están haciendo pura y dura política de interés de partido a costa del interés nacional… Nada más. Pero esto sucede porque, en un país como España, tan jodidamente marcado por la judicialización de la política, el nombramiento de determinados jueces, como, no sé si por mal ejemplo, los del Tribunal Supremo, resulta estratégico… Mucho más cuando cualquier partido (hoy casualmente le toca al PP) tienen causas, y causas muy graves por cierto, pendientes y abiertas, y en curso…

…¿Y que defienden la independencia de la Justicia dicen?.. ¡¡ Já ¡!.

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ

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