NUEVAS FORMAS, O NORMAS, U HORMAS.

Los bancos y sus fondos buitres que los sobrevuelan (ambos empiezan con B y terminan siendo lo mismo), en realidad están cumpliendo una ley física universal: la de la entropía. Disuelven todo lo hecho para volver a crear otras cosas, buenas o malas – sean éstas buenas, o malas – que eso es otro caso. La única diferencia es que su energía es el dinero… El dinero es la “E” en la fórmula de la relatividad de Einstein, que no se ve, pero actúa, y se nota tanto en la Masa (con M de m…) como en la velocidad de la luz por la que aparece y desaparece. Pero acabarán por convencernos, ya lo verán, de que es el santo grial de la humanidad, y que está aquí para facilitarnos la vida, y no para jodérnosla y para enriquecer a sus propios fondos. Todo a su debido tiempo.

Por ejemplo, si usted no puede pagar su casa, el banco de turno, que es uno de los muchos tentáculos del gran pulpo, les echará a la calle a usted y a su familia disciplentemente. Pero no es por una maldad del sistema, no, en realidad es por una bondad mayor, para que esa casa, por un tiempo indeterminado, (aquí entra el misterio cósmico) puedan disfrutarla, y hasta destrozarla, otros especímenes más desgraciados de la sociedad que usted mismo, y de retruque sus hijos: los okupa´s. Aquí ya la banca no actuará, tan solo aplicará el evangélico principio del “Dios proveerá”… Su misión no es otra ya que esperar a que esos fondos de inversión – la nada absoluta – bajen del Olimpo y absorban esa propiedad por esa cantidad ridícula de energía-dinero, el movimiento entrópico del universo bancario, ya sabe, inicie su principio disolvente.

Hoy (o eso me han contado y/o he leído en la prensa) a los que somos de edad provecta, se nos puede presentar en nuestra puerta domiciliar un correcto y dilecto caballero, ding-dong, que ya sabe de antemano que el caparazón es propiedad del caracol (usted) que lo habita, con un amable ofrecimiento: la nuda propiedad de esa, su cáscara. Esto es: se la compramos, permitiéndole, como vendedor de la misma, conservar su usufructo de forma vitalicia, percibiendo su importe total o fraccionado, a su entera comodidad, ya que su pensión no le da ni para las chuches de los cumpleaños de sus nietos… pero, óiga, no para especular con ella en su inmediato futuro, que no, si no con el loable propósito de que su noble y leal esposa, esa santa, pueda hacerse la permanente todas las semanas, y ambos dos, se larguen a Benidorm a bailar Los Pajaritos, tantas veces como actúe el Viagra que ya podrá comprar sin receta médica en la farmacia de guardia…

Y todo esto, con las bendiciones de un gobierno entregado al bienestar de sus amados súbditos-contribuyentes, que los quieren cada vez menos penitentes pero más pendientes… No me cabe la menor duda que el caramelo viene envuelto en un más que atractivo celofán… Vamos a ver, que ya lo dice el sabio refranero, ¿no?, que ya una vez muerto, la cebá, ¿pá que la quiero?.. Apuntémonos pues al completo del Inserso, café, copa y puro después de comer bien comido, y que les vayan dando al tocagaitas del Galindo éste con sus diarias prevenciones y sus leches fritas.

Y no seré yo quien les quite la razón, ya que ésta es una suerte de estrategia que a mí se me escapan los motivos y las razones… Tan solo pienso que estos fondos no son, precisamente, hermanitas de la caridad. Ni muchísimo menos. Pero ignoro lo que hay escondido detrás de estos movimientos. Si es porque están acaparando toda vivienda existente, para, el día de un mañana cada vez menos mañana, tener a toda la población de edad caduca a punto de nieve y a los de edad de producir cogida por los pelendengues hasta el día de su último aliento si quieren vivir en una casa, o qué. Me digo que deberían de saber (y lo saben) que el índice de natalidad – sus clientes potenciales – está por debajo de mínimos, y poca gente de esa va a furrular por aquí en un futuro… Salvo, claro que estén pensando en una inmigración general en un primer mundo de tercera, y que este personal (alguien tendrá que trabajar y producir) va a necesitar un techo bajo el que vivir.

De verdad que no lo sé… Claro, cuando en esta sociedad consumista y hedonista nos venden algo, lo hacen por nuestro propio bien, no por interés del que nos lo vende, claro que no… y nunca, jamás, nos engañan. Tan solo hay que fijarse en las experiencias con los contratos de las telefónicas; con los de las eléctricas; o con las propias hipotecas de nuestros ángeles de la guarda, los bancos… La verdad, no sé para qué existe la Ocu, joer…si vivimos en el mejor de los mundos posibles, si no fuera por la piojera que, con licencia para arruinar, nos invade la famélica despensa conforme pasa el tiempo y transcurren los tiempos.

Una vez hice un curso de Técnico en RSC (Responsabilidad Social Corporativa) en la universidad de Murcia, cuya teoría se revestía de utopía… Luego pude comprobar que todas, absolutamente todas las grandes, enormes, gigantescas empresas, hasta la propia banca, tienen desarrollado sus planazos de RSC, pues para eso se pagan sus buenos técnicos. Es su escaparate para las galerías oficiales y oficiosas. Obtener un sello, un certificado de RSC cuesta una pasta… Luego, la realidad, es que en la práctica se actúa con la mayor falta de ética. No digamos de moral. Tanto, que, cada vez más, las normas que se imponen como positivas son de una deslealtad apabullantes. La hijoputez misma con rango de Ley… ¿quieren que les ponga ejemplos?..

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ

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