OTRA VES PREGÚNTENSE..

(de Ethic)

 

Nunca deja uno de sorprenderse… Cuando escribí el “PREGÚNTENSE”, creía que el tema iba a resultar inhóspito para la inmensa mayoría de los que me leen. Cuando pasó del bolígrafo a la tecla y le di largas, pensé que, salvo los cuatro habituales, pocos podrían haberse sentido enganchados por su contenido… Sin embargo, digamos que “un algo más que la media” se interesaron, y unos cuantos de ellos me rogaron que, en lo posible, lo ampliara a un segundo; y que si podía dar más información sobre ese propósito personal del que hablaba.

…Pues voy a intentarlo, pero la verdad es que no hay mucho más que decir, aunque sí que sentir. No existe – o yo no lo conozco – otro método que el de dos pasos: el primero y más importante de todos, claro, es el de creérselo, o, al menos, concederle tal tal posibilidad de que aquí no venimos y estamos para nada; y el segundo, simplemente, es parar el tráfago de nuestra vida y preguntarnos eso mismo: ¿qué puñeta he venido a hacer yo aquí?..

Que uno descubra el sentido de su vida o no, es solo parte del propósito. Antes o después aparecen las señales de invitación a parar y sentarse tranquilamente… ¿Quién no se ha hecho esa pregunta alguna vez en su vida?.. Muchos la descubren en su recta final, o no llegan a descubrirlo nunca, aunque yo, personalmente, creo que todos tenemos un tiempo para cada cosa y una oportunidad para todo. Y que eso forma parte de la dotación del ser humano.

Naturalmente, otra cosa es que queramos creerlo, y, por lo tanto, concedérnoslo. Es nuestro libre albedrío personal de cada uno. En ese kit de ser humano se nos incluyó para todos y cada uno de nosotros… Eso quiere decir que al abrir nuestra mente o cerrarla a cal y canto, entre otras muchas cosas, obedece exclusivamente a nuestra voluntad. El “yo soy así” es incorrecto, y un tremendo error: lo correcto es “yo soy como quiero ser”, pues nos formamos a nosotros mismos.

Y es precisamente por ese preciso y precioso detalle por lo que el objetivo se pueda, o no se pueda, cumplir en su totalidad, o en parte, o en nada…Una de las cosas que más me preguntaban, casualmente, o causalmente, era lo que yo quise omitir en mi anterior, porque pensé que iba a embarullar un artículo desviándolo de su tema principal. Pero está claro que, en la vida y en el mundo, todo, absolutamente todo, está relacionado, y más pronto que tarde sale a colación.

La secuencia es lógica: venimos (nacemos) a esta realidad con un propósito. Vale. Lo primero es planteárselo otorgándole una base de posibilidad… De acuerdo, se la otorgo, es de sentido común que así sea o pueda ser. Bien. Pues ahora lo que sigue es Qué, o Quién, y Dónde, y Cuándo, se establece ese propósito, así como las condiciones en que desarrollarlo. La pregunta del millón.

Me voy a arriesgar a lo que no quise aclarar en el otro de antes, no tengo otra salida, así que lo diré con todas las consecuencias… intelectuales, que sé que va a tener mi planteamiento. Y miren, yo creo que ¿Quién?, pues nosotros mismos, cada cual. ¿Dónde?, en el impasse entre dos vidas, o dos muertes, o lo que cada uno quiera entender por vida y por muerte; ¿Cuándo?, pues cuando establezcamos estar en disposición de hacerlo; ¿Para qué?,. para poder seguir evolucionando en una creación ad eternum.

Aquí, en este punto, yo les aconsejaría una de tres opciones: seguir leyendo; parar y meditar un poco antes de seguir; o parar del todo y tirar este texto a la papelera… Nadie, absolutamente nadie, está obligado a creer en nada de esto ni de otra cosa. Pueden seguir creyendo en la teoría del cielo y del infierno, o decidir no tomarse nada en serio (recuerden que están dotados de libertad y voluntad). Pero tampoco está obligado a silenciar su voz interna, ese sutil y discreto “sexto sentido”, ese “algo me dice que…”, ese “¿y si acaso?”...

Si atendemos a esto último, entonces quizá tenga que aclararles que se olviden de la mecánica de la “Re-encarnación”, y que piensen en la más simple, básica y elemental encarnación. En que solo tenemos una sola y única “existencia” que se prolonga eternamente, o indefinidamente por lo menos, y cuyo objetivo final es volver a la fuente de dónde manamos (llámenla con el nombre que quieran)… Y lo que llamamos “vidas” tradúzcanlo mejor por “etapas”, también infinitas en número, hasta lograr el Propósito Final.

Entre nacimiento y nacimiento, desprovistos de la mentalidad material, en alma descarnada, examinamos, a la luz del espíritu, nuestra situación, exentos de emociones,, con serenidad, sin traumas ni ataduras humanas; y diseñamos nuestra siguiente encarnadura punto por punto… Por supuesto, se nos borra el disco “de vida”, no el “de existencia”, para no hacernos trampa a nosotros mismos. Es la única manera de que seamos absoluta y totalmente responsables de lo que obremos o dejemos de obrar. Solo debemos reconocer la existencia de la ley de Causa y Efecto. Nada más.

No sé, ni puedo, expresarlo de otra forma más clara y directa en tan poco espacio y con tan poco tiempo… Espero haber sido útil a los que me han pedido esta segunda parte de este controvertido tema. Y a los que no, pues confío que sepan disculparme y sean benignos con su juicio. Cuento con que siempre tendré aquellos “nahualt´s” que me acompañan en el camino para azotarme, mortificarme, combatirme y ponérmelo difícil. Forma parte del propio Plan…

Me consta que mi proximidad a la báscula de Anubis está mucho más cerca que lejos, es lógico por edad y otros achaques… Y sé que ponerme a escribir sobre esto es un atrevimiento por mi parte, pero es que no es así del todo tampoco. Para mí, esté mi cuaderno de vida lleno o vacío, es una liberación. Como cuando la conciencia traspasa el peso que soporta a la consciencia… Mismamente.

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ – www.escriburgo.com – info@escriburgo.com