PÁRRAFO PRIMERO

 

“La coexistencia y la armonía… todo tiene que equilibrarse. La naturaleza es equilibrada. Las bestias viven en armonía. Los seres humanos no han aprendido a hacerlo. Siguen destruyendo y destruyéndose. No hay armonía, no hay proyectos. En la naturaleza todo es diferente. La naturaleza es energía y vida… Y restitución. En cambio, los seres humanos solo destruyen. Destruyen la naturaleza. Destruyen a los demás. Y acabarán por destruirse a sí mismos”.

Me he permitido transcribir esta larga cita como párrafo inicial de mi artículo de hoy, mejor que hacer una introducción por mi cuenta. He creído – por lo tanto, he querido también – que comenzar con un texto fuera de contexto puede, no lo sé, fijar la atención más que con mis propias palabras y recursos, a los que ya están acostumbrados… Efectivamente, se ha omitido el autor (solemos condicionarnos demasiado con ello), y se ha ocultado por razones que, para mí al menos, resultan obvias. De todas formas, se lo voy a decir y no me iban a creer… o van a pensar erradamente y “herradamente”, así que…

Lo único que persigo con esto es que, una vez leído el tal párrafo, y repasado las veces que lo consideren necesario, ustedes mismos me digan, o se digan, si lo que encierra ese breve es cierto, no lo es, o solo lo es a medias, y, en tal caso, dónde dice mentira y dónde dice verdad. Es solo un mensaje. Un mensaje que encierra un juicio, una idea, una apreciación que nos retrata para bien o para mal, o para regular… El ejercicio que pretendo, por llamarlo de alguna manera, es, sin citar las fuentes, que nos pueden condicionar nuestra respuesta, ver el grado de consonancia o disonancia que tenemos con tal mensaje.

Que la armonía reside en la coexistencia es un preludio muy claro. Y que el equilibrio nace de la armonía, creo que no dé lugar a discusión… Ahora bien, ¿existe tal armonía en la sociedad y en el mundo, e incluso en la naturaleza, ya una vez puestos?.. Sinceramente, ¿qué agente ha roto el equilibrio?.. Si alguien no tiene claro que es el factor humano será mejor que se lo haga mirar, porque no creo que el resto de la creación se haya salido de madre. La cuestión, llegados a este punto, es: ¿por qué?, y ¿para qué?; ha de haber algún motivo `por el que el género humano hayamos decidido cambiar los cursos de esa naturaleza, y forzar sus recursos hasta el agotamiento… ¿quizá porque pensamos que no funciona bien el invento y podríamos perfeccionarlo?..

Quedaría por respondernos la segunda pregunta: ¿para qué?, ¿con qué fin?.. ¿acaso por hacernos los dioses de la creación y para apropiarnos de las riquezas de este planeta y de lo que se nos ponga por delante?.. Aún y así, aún existe algo torcido y profundamente destructivo en este ansia. El placer del que se enriquece solo lo experimenta si existen pobres sobre los que experimentarlo. Ahí es donde reside todo el mal. Es mentira, no se trabaja por la igualdad, por la solidaridad, y por la equidad, eso es un embuste sociológico. Se trabaja por todo lo contrario: porque unos NO tengan lo que otros SÍ tienen. De ahí la riqueza, y, por ende, el poder.

Somos una especie cainita que ha sido puesta aquí para que aprenda a dejar de serlo. No hay más historias catecísmicas que esa. Desde el mismo Génesis de la humanidad, ya una parte le abrió la cabeza a la otra parte solo porque sus borregos se le comían las habas del bancal que no quería compartir… El “yo no soy guardián de mi hermano” ha seguido a lo largo de la Historia hasta aquí mismo, hoy mismo. Somos, no los guardianes, sino los capataces esclavistas, los carceleros y explotadores de nuestros hermanos, ergo también de nosotros mismos, en nosotros mismos, por nosotros mismos y con y contra nosotros mismos.

¿Dónde está tu hermano?”, se nos sigue preguntando al israelí, al americano, al ruso, al europeo, al del islam y al cristiano… Todos estamos bajo la quijada que esgrime algún “hermano” borde. Dice ese mensaje que la naturaleza es energía y vida. Y restitución, añade. Pero yo digo que eso es lo que debiera haber, no lo que hay, pues, si hubiese restitución, habría perdón, y la última parte del párrafo no se habría escrito; ni acabaríamos por, tras destruir la naturaleza, terminar por destruirnos a esos nosotros mismos.

Si esto supone una taxativa afirmación o una simple advertencia, es algo que tendrán que evaluar todos y cada uno de los que lean esto. Yo no lo voy a hacer porque ya saben por lo sobrado cómo pienso. Como tampoco les diré de qué mensajero proviene el mensaje… Al final, mucho fijarse en el primero, a fin de despistar al personal, y para que no se fijen mucho en el segundo. Tendemos a matar al mensajero y enterrar, o deformar, el mensaje. Ya lo hicimos con Jesucristo, y nos montamos una Iglesia que ha alentado precisamente cuanto ese primer párrafo denuncia, y en nombre, encima, del que mensajeaba lo contrario. …

Y no me vengan con el cuento de que nosotros, que hacemos lo que deshacemos, estamos hechos a imagen y semejanza de ningún dios, ni se les ocurra… Muy mal favor le hacemos a ese pobre dios.

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ – www.escriburgo.com – info@escriburgo.com