PECADO ORIGINAL

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María Dolores de Cospedal, la Doña Trajines, ha caído en desgracia, y en el paro. Le ha tocado hacer penitencia. Cuando se estorba por la causa que sea, siempre aparece algo sucio de algún rincón desconocido en el momento adecuado, que, como en el caso de Cristina Cifuentes, soluciona el problema de alguien y aligera la salida del estómago. Aquí han sido unos oscuros contactos, meticulosamente garbados (¿?), con hedor a alcantarilla, con el truculento Comisario Villarejos , hacedor del trabajo sucio del PP, y hoy en la trona.

            La historia resulta, cuando menos, curiosa, si no fuera por la porquería enganchada a sus flecos. Cuando la todopoderosa Cospedal era Secretaria General, Pablo Casado era un meritorio que husmeaba los márgenes rajoyanos en busca de algún hueso, al que apenas le dejaban marcar territorio el resto de sabuesos que guardaban el poder. Era un chucho que, nada más levantar la pata, le cortaban la meada esquinera. Y Teodoro, nuestro Teo murciano, en su Cieza natal, era un becario de partido que hacía armas proclamándose campeón mundial de lanzamiento de huesos de oliva, mientras defendía los intereses del gallo corralero de turno. Dos asaltaleras típicos y tópicos.

            Ambos eran perfectos, fieles y leales satélites de la señora Cospedal. Cuando la gatera quedó expedita tras el desfenestramiento de Rajoy, el dios Yahvé-Aznar dispuso que su David-Casado se aprovechara de la declarada enemistad entre las dos vicepresidentas plenipotenciarias, a fin de despejarle el camino hacia la tierra prometida. Así se quitó de en medio a Santamaría con la colaboración inestimable de Cospedal, para ahora, como agradecimiento a los servicios prestados, quitarse también de en medio a ella con la colaboración de una oportuna grabación. El triunvirato de la era Rajoy está enterrado. Ya no queda nadie. Y como agradecimiento a su amigo, el murciano Teo, su jefe de campaña y artimaña, por ayudarle a sentar su culo en el aún caliente trono de Mariano, le regala el puesto de su hasta entonces aliada… Con un guionista mediocre, de aquí se saca una serie-basura de la leche…

            Ahora ya es Casado, a través de su Secretario General Teo, el que pasa el despido de sus cargos en el partido a doña Lola. Relevo generacional digno de Maquiavelo. Eso sí, guardando las debidas y mínimas formas, o sea, dimita usted, renuncie, y alabaremos su generoso desprendimiento para con su partido, antes de tener que echarla de una patada en su prieto culo. O sea, sus leales lameculos de ayer, han sido sus educados verdugos de hoy. Para que te fíes de tus camaradas, para los que el puesto que tienen allí vale más que tú misma, que ayer ostentaste ese tan caralsoliano puesto. Así es la cochina política… y así también en algunos otros lugares de ya sabe usted. El que se mete en tales guaridas, ha de saber que entra con su inocencia previamente condenada.

            Siempre pasa igual. Al neófito le aparcan el pecado original de su pureza con el bautismo político. Si juras fidelidad a los dogmas de tu iglesia-partido, y confiesas tus facinerías, serás perdonado una y cien veces mil. Pero nadie estará libre de anatema, zancadilla o puñalada espaldera, acompañada de efusivo abrazo, claro. Todo depende del poder con que cuente el trepa de turno. En esto, como en lo otro, tampoco hay amigos, por muy hermanos y camaradas que seamos…

            Por lo del pecado adánico, ayer Agustín de Hipona acabó con Pelagio, por osar decir que eso era una barbaridad, pero hoy tal premisa ya no se la cree nadie, digan lo que digan quienes lo digan. Sin embargo, el pecado político original, se mima, se cultiva, se practica, y tiene plena vigencia. Y se utiliza cosa mala, óiga… A la vista está.

           

 

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