"PECADOOOLL..."

(de QueDiario)

 

De un pasado artículo, creo recordar que se llamaba algo así como “Confesémoslo”, tocaba de refilón, y porque venía a cuento, claro, el concepto de “Pecado”, si bien que sin detenerme a examinarlo bajo lupa, ya que eso está condicionado a un sentimiento íntimo de culpa que no requiere tal lente, y, sin buscarlo, me llegan ecos de algunos alguienes y alguienas, que me piden, un poco casi me exigen, así, sin anestesia alguna, que escriba algo sobre el Pecado Original, que parece, o eso dicen, tener la culpa de todo este montaje… Como me cogió con la guardia baja, solo pudo contestarles de igual sopetón: ¡ pero leches, ¿es que el pecado existe?!, sin darme cuenta que me estaba respondiendo a mí mismo.

Pero ya que estoy, y como les debo una excusa y una explicación, pues vamos allá con el envite, no sin antes dejar constancia que todo esto no deja de ser más que una opinión personal de este humilde servidor del convento, de cuyos muy estudiados y basados convencimientos, soy reo de mí propia conciencia, pero no responsable ante las ajenas. Únicamente de las que se fijan en ciertas coincidencias… Y no, con su permiso y con mis disculpas, no creo en modo alguno, ni en el original, ni en las copias posteriores. Abriré aquí el melón, si les parece, o mejor dicho, la manzana, aunque su mal uso sea un error. Un error, por cierto, cuyas consecuencias pagamos nosotros solicos por gilitontos y por voluntad propia, o a lo mejor ni eso… Lo de “Pecado” es el eslabón principal de la cadena que las religiones han tejido como un dogal alrededor del cuello del ser humano, en cuanto a como hombre y mujer se refiere.

Cuando la recién humana Eva prestó atención al ofrecimiento del serpentín (esto lo digo así, con segundas, pero busquen ustedes el por qué): “si comes de este fruto seréis como Él” – yo creo que en verdad fue: “sabréis como Él” – y no la nacieron tonta, pues dijo que yes, sí, claro, que merci, thank you, graccie tanti, spasiva, arigato… y le echó mano al regalo del conocimiento… Del conocimiento del bien y del mal, no olviden cómo rezaba en el Edén (tierra de Adán) y todo eso, esto es: del conocimiento de la causa y el efecto; del viviendo y aprendiendo; de los pares de opuestos; del te vas a enterar de lo que vale un peine… De sobrenombre “el Árbol de la Vida”, porque no es lo mismo vida que existencia, no es igual vivir que existir. El animal no sabe que vive, pero tú sí que lo sabes.

Luego, ya saben ustedes la que, una vez asumido el envite, les cayó encima: las del pulpo. Los largaron de un estado paradisíaco a tomar por el saco. De un estado animal de idílica existencia a tener que buscarse la intendencia. Los primeros sin atender necesidad alguna de vestido, condumio, etc.; a los segundos que se auto-desterraron a sus propias necesidades, esto es, a ganarse el pan con el sudor de su frente y el esfuerzo de su mente. Esto es: con ello les/nos otorgaron una enseñanza que tampoco era moco de pavo. De ser animal pasó a ser humano pensante y sintiente de sí mismo. Dicho de otro modo: lo dotaron de conciencia propia, que no la tenía, y le regalaron la potestad del Libre Albedrío, pues qué puñeta de autoconciencia sería si no se dispone de libertad para ejercerla y aprender de ella, de sus frutos… por los que hemos de conocernos …

Y permítanme aquí un inciso: si los Elohim (plural de dios: dioses) aparentemente se cabrearon por el robo del fuego sagrado – como Prometeo, casualmente – de la sabiduría, lo lógico y razonable es que le hubieran dado matarile a la desagradecida criatura, ¿no?.. pero no lo hicieron. Y no lo hicieron por la sencilla razón de que la serpis tan solo cumplió con su misión, un cometido preestablecido en el plan de la creación, que es la de transmitir el conocimiento (la serpiente en la cultura griega significa eso mismo, por cierto). La traducción interesada religiosa es que aquí se “castigó” a la aparente víctima por “desobediencia”. Pero no era tal.

Y aquí está el busilis of the question, porque en esta parte precisa, y preciosa, de la antigua escritura (el Génesis es una parte de la Cabalah hebrea, conste en acta, señores del jurado), las instituciones religiosas, misóginas hasta el gollete, primero la judáica y luego traspasado a su heredera la católica (el cristianismo, en puridad, no fue religión alguna), inventaron, traspasaron y transpolaron el concepto de Pecado y muy señor mío a totus tuus

Pero es que ese invento es utilísimo a toda jerarquía religiosa que se precie, de cualquier iglesia o invención, para someter, manipular, acobardar, bajo el autonombramiento unilateral de ser los representantes exclusivos en la tierra del mismísimo Dios, bajo la zarpa más efectiva existente desde ese mismo principio del mundo: el Miedo… Bajo el temor al pecado se crean cielos e infiernos, purgatorios y lavatorios, cuyos premios y castigos se reservan y ejecutan desde las curias sacerdotales con su marca registrada, tanto aquí como tras la muerte, amén.

Con esta estrategia, se aseguran una lealtad supersticiosa y una obediencia ciega, con la que frenan e intervienen el plan de evolución natural establecido por y para el ser humano, que es de lo que, en definitiva, se trata… Ese libre albedrío, que, bajo la ley de Causa y Efecto, establece la responsabilidad en la consecuencia de los actos, la enseñanza efectiva, que ellos secuestran para mantener el poder y el control de todo lo humano sobre este mundo. Se alimentan de nuestra energía captando nuestra atención y adoración, ya saben: A Dios a través de Nos…pero ocultándonos la verdadera verdad, lo auténtico, lo real y genuino, ya que perderían todo el poder e influencia sobre la gente.

El error (no el pecado) del hombre es haber caído en el engaño. Como somos co-creadores con Dios, o los dioses, de nuestra realidad, nos creamos a nosotros mismos una realidad falsa, engañosa, que nos devuelve, en consecuencia, a una existencia defectuosa, incompleta, errónea, equivocada; y andamos perdidos en sus entresijos… No pecamos, si no que nos equivocamos. Así lo elegimos nosotros mismos en nuestros primeros albores: aprender de nuestros errores.

Al que se crucificó por revelar estas verdades (luego hicieron de ellas una religión) dejó dicho: “la verdad os hará libres”, y después: “Buscad – por vosotros mismos, en vuestro interior – y encontraréis”… acto seguido se lo cargaron e hicieron de Él un Dios aparte. Pero el Hombre aún está por descubrir esa verdad entre todas las mentiras que nosotros mismos nos hemos forjado y hemos creído… Y de todas ellas, la más poderosa es la del pecado… Bien, ahora ya pueden mandarme a la hoguera.

Miguel Galindo Sánchez / www.escriburgo.com / miguel@galindofi.com