PIÉNSENLO...
- Por miguel-galindo
- El 09/10/2019
Loli Agra es una gallega que ha estado cotizando a la Seguridad Social durante 64 años. De hecho es la persona de España que más ha estado de alta desde que el Sistema existe. Desde los 14 años a los 78 en que se ha jubilado voluntariamente, detrás del mostrador de una mercería de barrio. Al principio, como empleada de la misma, y luego como propietaria autónoma. A estas personas, que han sido tremendamente rentables al Sistema de la Seguridad Social, las despachan con una medalla y un diploma. Mejor y más justo es que les faciliten un carnet preferente en ambulatorios, hospitales y todo establecimiento de esa misma seguridad social. Por ejemplo, que estén exentos de las listas de espera. Se lo merecen. Y se lo han ganado a pulso…
Lo mismo que cualquier plus, sinceramente. Aparte de que han cotizado mucho más de lo que van a gastar en ellas, porque mantener en pié hoy un comercio hoy un comercio de la calle hasta echar el cierre por jubilación (más aún con una propina de 13 años) es una auténtica heroicidad. Le va a costar trabajo traspasarlo, como no sea para un bar o un “chino”. Hoy, ya no es como antes. La clientela ya no valora la atención personalizada, el consejo, la amistad, la relación, incluso la fiabilidad – doble fiabilidad, por garantía y por el crédito dado – y ha abandonado todos esos valores primarios por la impersonabilidad de las áreas comerciales y la comodidad de internet. Y sobre todo, por el añadido consumista que eso supone…
Yo, la verdad, no sé si habremos salido ganando o perdiendo, pero habría que echar cuentas. Antes, los empleados del comercio tradicional mantenían a sus propias familias con su empleo, fijo, digno y suficiente. Hoy, ya no. Los comercios que aúm mal-sobreviven, parpadeando en un continuo abrecierra, como las bombillas a punto de fundirse, solo pueden ofrecer un subempleo de circunstancias, no formado, eventual, mediocremente pagado, a jóvenes en busca de cualquier curro… La cosa no dá para más. Pero es que, esos cientos, miles, de empleos trasvasados a las actuales grandes áreas, ni han ganado, ni han conservado, la calidad y seguridad del que se tenía en esos pequeños comercios de ayer mismo. Es un solo ejemplo, entre otros muchos, pero fácil de cuantificar… y de cualificar.
Pero es que, además, los pueblos se han empobrecido al mismo ritmo, palpablemente, con este cambio de tendencia. Tampoco se necesita ser un genio para verlo, sobre todo los que ya tenemos cierta perspectiva, y tan solo que pensando un poquico en los porqués. Es matemática pura. Si se saca de un cubo y se mete en otro, uno se vacía y el otro se llena… Se lo explicaba gráficamente a un amigo mío, funcionario municipal, de una forma sencilla de entender y fácil de calcular (si se quiere, claro):
¿Tú de dónde sacas tu sueldo?.. le preguntaba yo. Pues de los impuestos que pagáis los vecinos, empresas, etc., me contestaba… Vecinos, le respondía, que trabajan y obtienen sus ingresos de la economía local, generalmente, aclarando que la economía local es generada, a su vez, por esa misma mecánica… Pues sí, claro, me decía… Pues bien, si tú, por sistema, gastas fuera lo que recoges dentro, empobreces tu propia fuente de ingresos. Ahora, multipliquen ustedes lo de un ciudadano por la tendencia general de la ciudadanía, y obtendrán el resultado de a qué ritmo se empobrece un pueblo con el abandono y cierre de un comercio local que ya no se puede mantener por la deserción masiva de sus clientes.
Estas cuentas domésticas, tan sencillas de entender, si somos sinceros con nosotros mismos, no interesan que se divulguen a las grandes compañías y cadenas, que hacen de su poderosa publicidad un imán consumista difícil de resistir. Ellos pueden pagar a “preclaros economistas” dispuestos a “demostrar” que eso no es así y las bondades de “su” sistema. Pero un pueblo solo puede prosperar con un comercio próspero. Pues un comercio de pueblo de siempre, no solo paga impuestos en su pueblo, gasta en su pueblo y dá empleo en su pueblo, si no que crece – o se apaga – con el pueblo. Solo el que cierra deja de hacer. Un muerto solo puede pagar con la muerte. Miseria pura…
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